miércoles, 25 de septiembre de 2013

El anillo subastado de Jane Austen

Las subastas están de moda. Si hace unos meses os anunciábamos que había salido al mercado de antigüedades el anillo de compromiso que Napoleón Bonaparte le había regalado en 1796 a Josefina, hoy os anunciamos la historia de un anillo subastado que había pertenecido a Jane Austen, la autora de novelas inolvidables como "Orgullo y prejuicio", "Sentido y sensibilidad" o "Emma".

 
El anillo de oro, con una inserción de turquesa, con una estimación de 170.000 euros, fue vendido en Sotheby's por más de 200.000 dólares en Dublín en el 2012, adquiriéndolo la cantante estadounidense Kelly Clarkson.
 
Se desconoce la verdadera historia de este anillo, si bien es verdad que una de las versiones que circula en torno a él es que fue un regalo que le hizo el joven irlandés Tom Lefroy, quien estaba enamorado de la escritora británica. No obstante, en ninguna de sus cartas (Misivas publicadas por la Editorial D'Epoca ) menciona la sortija, por lo que  podría haber sido regalo de su hermano mayor Henry. Lo que sí es seguro es que después de la muerte de la novelista, lo heredó su hermana Cassandra, quien se lo regaló a la prometida de Thomas Austen, Eleanor, que a su vez se lo regaló a su sobrina Jane acompañado de una nota que decía:

"Este anillo perteneció a tu tía Jane. Después tu tía Cassandra me lo regaló, cuando ella se enteró de mi compromiso con tu tío y ahora yo te lo confío a ti. Que Dios te bendiga."
La nota también fue subastada.


Un año después de esta adquisición, el anillo ha vuelto a salir en subasta en septiembre del 2013. El museo de Jane Austen, en el condado de Hampshire ha conseguido hacerse con la pieza gracias a una colecta popular. La casa museo de Chawton, donde vivió la escritora los últimos ocho años de su vida y donde escribió sus seis novelas, ha conseguido reunir las 150.000 libras (170.000 euros) para adquirir el anillo mediante el crowdfunding. Gracias a estas donaciones particulares ha conseguido comprarle en anillo a Kelly Clarkson y ya prepara su exposición pública.


Es muy raro que salgan objetos personales de la autora de "Orgullo y prejuicio", de ahí que el museo lo quisiera a toda costa y que el gobierno británico lo considerara inexportable para que se quedara en el país. La cantante Kelly Clarkson se ha mostrado contenta de que la joya se quede en Inglaterra y que pueda ser contemplado por los admiradores de la escritora. Por otro lado, el museo cuenta con otras dos joyas de Jane Austen: un brazalete de turquesas y una cruz de topacio.

domingo, 22 de septiembre de 2013

El gigante del Dr. Velasco

Entre la estación de Atocha y el parque del Retiro de Madrid, se encuentra el Museo Antropológico Nacional. De él, quizá lo que más atraiga sea la figura de un gran hombre: el gigante Agustín Luengo Capilla. Como si fuese uno de aquellos antiguos "gabinetes de curiosidades" se encuentra expuesta la momia de este grandullón del siglo XIX, cuyo cuerpo compró el doctor Velasco, médico y creador de este museo de antropología, inaugurado el 29 de abril de 1875 por el rey Alfonso XII.

 
Antes de pasar a hablar del gigante, permitidme que os hable antes del doctor. Pedro González Velasco fue un médico que soñó con dominar la materia viva (algo así como un doctor Frankenstein español). Cuenta la historia que el médico perdió a su hija Conchita con 15 años de edad de tifus, a consecuencia de un tratamiento suministrado por su propio padre que deribó que la paciente sucumbiera a a enfermedad. La leyenda se mezcla añadiendo que el fantasma de la niña persiguió al padre durante mucho tiempo, pues le culpaba de su muerte. Se dice que el doctor llegó a convivir con el cadáver embalsamado o momificado de su hija, vestido con traje de novia, despertando así todo tipo de leyendas en Madrid.

 
Regresando al gigante, Agustín nació en Puebla de Alcocer, Badajoz, en 1849 y llegó a medir 2,35 metros de altura. Su familia era muy humilde y como todos los hijos tenían que ayudar a los padres, a los 12 años se puso a trabajar en un circo como atracción gigantesca, exhibiendo sus grandes manos de 40 cm de largo, capaces de ocultar un pan de 1 kg. Fue en una de esas giras circenses donde lo conoció Alfonso XII, quién le regaló un par de botas del número 52.
 
 
Gracias a su popularidad, su enorme altura llegó a oídos del Doctor Velasco, quien se puso en contacto con él para comercializar con su cuerpo. De la entrevista entre gigante y médico nació una curiosa propuesta: el creador del museo antropológico le pagaba 2,50 pesetas diarias a cambio de que, cuando muriera, su cadáver fuese a parar a su institución para ser expuesto. Agustín aceptó la propuesta que se le había hecho y empezó en ese momento a disfrutar de la vida en Madrid y de todos aquellos ambientes que no había conocido con anterioridad.

 
No obstante, esta vida no le duró mucho. Murió a los 26 años de tuberculosos ósea, en 1875.  Para saber más, recomendamos el libro de Luis C. Folgado Torres titulado "El hombre que compraba gigantes".

 
¡Un saludo gigantesco! :) 

jueves, 12 de septiembre de 2013

El corsé del siglo XIX


El corsé femenino decimonónico
El corsé ha sido un elemento que ha acompañado a la indumentaria femenina hasta el siglo XX. La palabra proviene del antiguo francés “cors” que era un diminutivo de “cuerpo” y se usaba para levantar el busto y afinar la cintura. En el siglo XVIII adquirió una gran importancia para crear un cuerpo muy fino que contrastara con una falda muy ahuecada y ancha, con escote bajo para resaltar las joyas.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La Revolución Francesa hizo caer la prenda en desuso por órden de la academia de artes y ciencias, que dictaba que las mujeres bien vestidas de Francia no deben llevar zapatos, calcetas, corset o medias. Esta actitud no tuvo larga vida pues, las mujeres volvieron a retomar el corset para realzar su figura. De hecho, aunque Napoleón odiaba el corset, sus dos esposas usaban la prenda, que durante el Imperio podía ser de dos tipos: corto o largo.
 



El siglo XIX será la democratización de esta prenda gracias a la industrialización.Hacia el 1860 los corsés eran cortos, hacían un busto pequeño contrastando con la enorme forma de la falda, hecha por las crinolinas. Es el famoso corsé victoriano.
 

En 1903 se patenta el corsé "eduardiano", más largo, que cubría la parte del abdomen estilizando la figura de la mujer, a lo cual contribuían las faldas justas.
 

Con la 1ª Guerra Mundial y sobre todo en los años 20, la liberación de la mujer con respecto al corsé fue un hecho.
 
El corsé masculino decimonónico
 
¿Pensábais que los hombres estaban exentos de esta prenda? Os equivocáis, amigos. Algunos caballeros usaban corsés en la primera mitad del siglo XIX, sobre todo los llamados “dandys”, muy interesados en la moda.
A causa de estas prácticas, fueron objeto de muchas caricaturas que los ridiculizaban. Quienes también los utilizaban eran los militares o civiles cuando practicaban algún deporte, para dar soporte a su espalda.
Los hombres corpulentos se servían de esta prenda para hacer caber sus voluminosos cuerpos en los trajes de moda.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX sin embargo, los hombres solamente utilizaban el corsé por razones “médicas”, ya que se consideró una prenda preminentemente femenina.
 
BIBLIOGRAFIA
  • AAVV, “Moda. Una historia des del siglo XVIII al siglo XX. Tomo 1”, Editorial Taschen, Barcelona, 1980.
  • LAVER, James, “Breve historia del traje y la moda”, Editorial Cátedra (5ed), Madrid, 1982.
  • STEELE, Valerie. The Corset: a cultural History. Yale Uiversity Press, New Haven & London, 2001

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El Museo de Ferrocarriles de Delicias

El cinco de junio de 1883, hace 130 años, salía de la estación del este de París el primer Orient Express con destino a Constantinopla. Agatha Christie lo inmortalizó en una de sus novelas y su nombre viene a representar el gusto que se tenía por los países exóticos del Este y la rapidez que en aquella época ya alcanzaban las locomotoras. Eran las décadas doradas del ferrocarril.


En nuestro país también contamos con una estación de aquella época, inaugurada en 1880 por los reyes Alfonso XII y Mª Cristina que alberga locomotoras de vapor y vagones de antaño. Se le conoce como el Museo del Ferrocarril de Delicias.
 
 
Ubicado en el Paseo de las Delicias 61 de Madrid alberga una gran colección de temas relacionados con los trenes y la vida en el andén, desde silbatos, relojes de estación y señales hasta locomotoras que los visitantes pueden ver por dentro y sentarse en los vagones utilizados por padres, abuelos y bisabuelos. Os dejamos su página invitándoos a descubrir este curioso museo: http://www.museodelferrocarril.org/informacion/principal.asp



Y antes de que partais, un recordatorio: desde esta estación es desde donde sale El Tren de la Fresa ;)