domingo, 27 de diciembre de 2015

Las uvas de la suerte.

El día 31 a las 12 de la noche todos nos reunimos en torno a la televisión para despedir el año viejo y recibir al nuevo tomando 12 uvas. Las "uvas de la suerte" Hay que tomarse las doce antes de que terminen las campanadas para tener un año próspero y lleno de suerte.

Año tras año repetimos el mismo ritual, pero , ¿sabíais que la tradición empezó en el S.XIX?

Doce uvas, una por cada mes del año. ¿Pero por qué uvas y no otro alimento?¿Y por qué pasar frío en plena calle? Hay un par de teorías que explican esta costumbre.

La versión más conocida y extendida es que esta tradición empezó en 1909 debido a un excedente en la producción uva de la cosecha en Alicante. Los agricultores deseosos de dar salida a su cosecha iniciaron una campaña para promocionar su consumo y que todo el mundo recibiera el año tomando uvas.
 
Siendo este hecho cierto, parece que la moda de tomar uvas se remonta a unos años antes.
A finales del S.XIX estaba de moda entre la burguesía francesa recibir el año en fiestas privadas donde se tomaba champán y uvas como acompañamiento. Ambos productos no muy al alcance de toda la sociedad.
 
Esta costumbre pronto empezó a extenderse entre la aristocracia española.



 
 
 
La forma en la que llegó hasta el pueblo llano es más curiosa. Todo parece ser que fue una protesta irónica a un bando publicado en 1882 por el alcalde madrileño José Abascal y Carredano.

En este bando sólo se permitía pasar la noche de Reyes celebrando en la calles a aquellos que pagaran cinco pesetas; un dineral para la época.

Parece que los indignados madrileños, considerando que esta medida recortaba sus días de fiesta, optaron por mofarse de la aristocracia tomando doce uvas la noche del 31 a semejanza de la costumbre de los ricos.



Puerta del Sol hacía 1870 (J. Laurent)


La primera mención en la prensa madrileña de esta costumbre aparece en 1894, un artículo del diario El Imparcial hablaba de una costumbre procedente de Francia conocida como las “uvas bienhechoras”. Tan sólo un año después, en 1895, el propio Presidente del Consejo de Ministros celebraría el fin de año rodeado de los suyos y comiendo las doces uvas, además de brindando con champán.

En 1898 la prensa madrileña ya hablaba de esta tradición como un fenómeno típicamente madrileño e invitaba al resto de los habitantes de la ciudad a unirse al festín de las llamadas “uvas milagrosas” bajo el reloj de la Puerta del Sol. Y poco a poco, a lo largo de los primeros años del siglo XX, el resto de provincias y ciudades españolas irían siguiendo el ejemplo, hasta que finalmente acabase adquiriendo el carácter de tradición nacional que actualmente tiene.


Para saber mas:
www.descubrirlahistoria.es
www.20minutos.es

domingo, 20 de diciembre de 2015

Lotería de Navidad. Llamando a la suerte desde 1812.

Todos jugamos a la Lotería de Navidad. En mayor o menor medida todos los años llamamos a la suerte esperando ser afortunados. ¿Pero cuándo y porqué surgió este sorteo tan especial?
   
El 10 de diciembre de 1793 se celebraba en España el primer sorteo de Lotería Nacional. Fue el Marqués de Esquilache, Ministro de Hacienda de Carlos III, quién instauró a semejanza de los sorteos que funcionaban en Italia, un sistema de juego parecido al de la Primitiva actual; cuyo fin era recaudar de una forma sutil dinero para las arcas públicas. Con este sorteo se legalizaba y regulaban las apuestas en España prohibidas desde 1387.


Marqués de Esquilache


Esta lotería fue el germen de la que surgiría años más tarde durante una de las peores crisis de la historia de España: la Guerra de la Independencia. En medio de las hambrunas y horrores de la guerra, las  Cortes de Cádiz, por medio del ministro del Consejo y Càmara de Indias, Ciriaco González,  promovieron la instauración de una nueva Lotería llamada "Moderna" para distinguirla de la implantada por Esquilache, cuyo primer sorteo se celebró en marzo de 1812. De nuevo el fin era conseguir dinero para las arcas públicas, tan esquilmadas por la guerra. El sorteo navideño se celebró el 18 de diciembre del mismo año, aunque no recibió el nombre de "Sorteo de Navidad" hasta varios años después. El primer número agraciado con un "gordo" de 8.000 reales fue el 03604.
 
Debido a la ocupación napoleónica, esta "lotería moderna" al principio sólo se celebraba en Cadiz y San Fernando, extendiéndose después a Ceuta y la comunidad andaluza según se conseguía vencer a las tropas francesas, llegando a Madrid en 1814 con un sistema de bombos y bolas como el que vemos en la actualidad.



Desde un primer momento el sorteo contó con gran participación. Ya en 1832 se emitían 12.000 números. El interés por el sorteo creció de forma exponencial año tras año, obligando a la Administración a aumentar la emisión de series de cada número, debido a que ya no se podían meter más bolas en los bombos. En 1817 ya existían  497 administraciones de lotería en toda España, 25 de ellas en Madrid y todas eran administradas por hombres, excepto dos: una en Barcelona y otra en Murcia regentadas por mujeres.
 
Ni siquiera la Guerra Civil paró el sorteo, aunque lo dividió en dos. Una Lotería nacional y otra republicana. Durante estos años la venta de décimos supuso el 1,1% del PIB.



NIños de San Ildefonso 1906

La motivación para elegir uno u otro número son muchas y diversas. Manías, coincidencia con fechas señaladas o históricas. Pero la estadística habla y nos dice que la terminación más repetida en la historia es el número cinco. Y el número uno, la menos, sólo ha sido premiada en ocho ocasiones. Y hay terminaciones que nunca salen como el número trece.

¿Tenéis vuestro décimo soñado a buen recaudo? Acercadlo a San Pancracio y mucha suerte para el sorteo.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Velas, quinqués y bombillas. Formas de iluminarse en el S.XIX

     Hagamos un pequeño juego. Ahora mismo, en este instante, ¿cuántos objetos tienes a tu alrededor que no necesiten enchufarse a la red eléctrica o que carezcan de batería?

     Hoy prácticamente sería imposible, o por lo menos sería mucho más costoso físicamente, realizar nuestras tareas diarias sin electricidad. Muchos ni si quiera podríamos realizar nuestro trabajo. Nuestro coche no arrancaría y no podríamos disfrutar de nuestros momentos de ocio. Si nos quitaran todos los interruptores de nuestra casa, ¿cómo iluminaríamos nuestras actividades?

     Durante el S.XIX se podían encontrar los siguientes sistemas de iluminación:

     Lámparas de aceite
     El primer sistema de iluminación que utilizó el hombre fue el fuego. Mediante antorchas se iluminaban el interior de las cuevas. Más tarde, aparecerían los candiles que utilizaban como combustible aceite o grasa animal. Los primeros recipientes utilizados eran cráneos o conchas de molusco, piedra o terracota. El posterior uso del bronce y el hierro haría que los diseños se fueran haciendo más elaborados.

     En los siglos posteriores los esfuerzos se encaminaron a mejorar la eficiencia de éstas lámparas. Leonardo Da Vinci modificó diseños anteriores y  consiguió una nueva lámpara con una mecha que se quemaba de forma constante, al añadir una lente de cristal la superficie de trabajo recibía niveles de iluminación que permitían la lectura nocturna.
     El descubrimiento del petróleo en 1859 por Edwin L. Drake produjo una nueva fuente de gran eficiencia luminosa. Las lámparas de aceite pasaron llamarse quinqués. donde se usaba un derivado del petróleo por destilación, el querosén.




















     Velas
     La invención de la vela se produjo independientemente en diferentes culturas.
     Los egipcios y los cretenses las tenían en el 3.000 AC
     Las primeras velas eran hechas con palos de madera recubiertos con cera de abeja, se piensa que los fenicios fueron los primeros en usar velas de cera (400DC) el uso de velas no era tan común como el de lámparas de aceite, pero su uso se incrementó durante el medievo. Durante los siglos XVII y XVIII las velas eran la forma más común para iluminar los interiores de los edificios.
     Con el auge de la industria ballenera se utilizó el aceite de ballena para fabricar velas que aportaba una llama más nítida y constante que la producida por las velas de sebo. Esta llama constante se convirtió en la medida standard para la iluminación artificial (la candela)
     El uso de velas se fue sustituyendo paulatinamente por la iluminación a gas.

     Lámparas de gas.
     Aunque antiguos códigos egipcios y persas hablan de explosiones de gases que brotaban a través de fisuras en tierra; y se sabe que los chinos usaban gas para iluminar ciertas minas, no fue hasta 1794 que Jean Pierre Minckler produjo luz por primera vez con gas mineral.
     Posteriormente se empezaron a iluminar almacenes y calles con sistemas de alumbrado donde se conducía el gas por conductos de metal. El gas se convirtió en un combustible estable y eficiente respecto a otros sistemas de iluminación tradicionales. Y se utilizó ampliamente en el ámbito industrial.
     Mas tarde se empezó a usar en el ámbito doméstico, usado únicamente como sistema de iluminación. Pero sólo estaba reservado a clases altas de la sociedad, debido a su gran coste. Una fábrica de gas con su red de canalización por todo el espacio urbano constituía una gran inversión que sólo se podía amortizar si se contaba con un crecido volumen de demanda.



   


     Lámparas eléctricas.
     Durante siglos se había estudiado la electricidad, pero no fue hasta finales del S.XIX cuando se le empezó a dar un uso práctico.
     Frederick de Moleyns en 1841 patentó la primera lámpara incandescente. Y en 1879 Thomas A. Edison produjo una lámpara incandescente con un filamento carbonizado que se podía comercializar y que producía luz constante durante un periodo de dos días.
     Los primeros pasos de la industria eléctrica española se dieron en 1875 en Barcelona. En un primer momento la producción eléctrica se destinó a la iluminación de talleres y establecimientos. En las calles el alumbrado eléctrico fue ganando al gas, debido a que los costes de mantenimiento e instalación eran inferiores, y las instalaciones más seguras.
     Como en un principio la corriente eléctrica era continua (no podía trasportarse a grandes distancias), los sistemas de producción tenían que estar cerca del lugar de consumo.
     El alto coste de las instalaciones reservó la iluminación eléctrica a los hogares más pudientes y retrasó el uso de la electricidad en el ámbito domestico hasta el comienzo del S.XX.



















     La invención del sistema de corriente alterna por Nicola Tesla a partir de 1884 y su implantación en la iluminación de la Feria Internacional de Chicago en 1893, produjo un incremento exponencial de la demanda eléctrica.






domingo, 8 de noviembre de 2015

El otoño de la nobleza

El próximo jueves 12 a las 19.30 horas el Museo Cerralbo inaugura el ciclo de conferencias "El Otoño de la Nobleza" de la mano de José Miguel Hernández Barral que hablará sobre "El marqués de Cerralbo en el contexto de la grandeza a finales del siglo XIX y principios del siglo XX".
 
Es una actividad gratuita, cuya entrada al salón de actos se realizará a partir de las 19:00 horas hasta completar aforo. ¿Vamos? ;)

sábado, 10 de octubre de 2015

Próxima recreación histórica de Anacrónicos

Con la vuelta del otoño comienza la temporada y como en Anacrónicos seguimos las normas sociales y la etiqueta rigurosa del siglo XIX, no hemos querido perder la oportunidad de iniciar nuestra andadura en dos grandes eventos el fin de semana del 24 de Octubre que tendrán lugar en Madrid.
 
El primer gran encuentro de damas y caballeros será el viernes 23 de Octubre a medianoche. Se trata de un espectáculo de ilusionismo en la Cripta Mágica, un local ambientado con luces de candilejas, palcos de terciopelo rojo y una escena propia de los teatros de finales de siglo XIX. Para ello, los miembros de Anacrónicos R.H. asistirán con trajes de noche reproducidos de la moda de 1885 al espectáculo.


 
Al día siguiente, el sábado 24 de Octubre, en colaboración con el Ateneo de Madrid, las damas y caballeros de esta ilustre asociación, asistirán a partir de las 19:30h a la representación de una de las obras de Doña Emilia Pardo Bazán en la sede del Ateneo y posteriormente dará comienzo un baile de época como homenaje de tan magna autora, para el que la ambientación también será del último tercio del siglo XIX.
 
 
Este evento tiene un coste de 21 euros (las entradas se pueden adquirir el mismo día en el Ateneo) e incluye la lectura dramatizada de la obra teatral "Verdad", un recorrido por la galería de retratos explicando quiénes eran los socios coetáneos a la Condesa de Pardo Bazán, la tertulia dramatizada sobre a obra, el servicio de un refrigerio y posteriormente al baile romántico con valses y polkas donde la música correrá a cargo de la Academia Ayensa.
 
 
Para los que queráis asistir, ¡os esperamos!

sábado, 3 de octubre de 2015

El Titanic ha llegado a Madrid

 
El Titanic llega a Madrid en una exposición que presume ser la más importante hasta el momento. Más de un siglo después de aquella fatídica noche del 15 de abril de 1912, el mito del trasatlántico insumergible sigue vivo. 1517 personas perecieron en ese accidente que la literatura, el cine y las exposiciones nos recuerdan constantemente.
 
                                           
 
 
El Centro Fernán Gómez de Madrid (Centro Cultural de la Villa de la plaza de Colón) acoge desde el 2 de Octubre del 2015 y hasta el 6 de Marzo del 2016, la exposición itinerante más visitada en el mundo.
 
Esta exposición, con más de 200 objetos, documentos y fotografías originales que se salvaron del famoso naufragio, muchos de ellos cedidos por los familiares de los más de dos mil pasajeros que se embarcaron en el Titanic, permite sentir el ambiente que se vivió en el famoso buque que se hundió en las frías aguas del Atlántico norte.
 
 
Durante la exposición,  también se pueden apreciar recreaciones de las estancias interiores, como los camarotes de primera clase.
 
                                        Reproducción de dos estancias de primera clase que albergaba el Titanic
 
 
Entre los objetos expuestos, se encuentra la lista original de pasajeros del Titanic; un trozo original de dos kilos de carbón del buque; objetos personales de los pasajeros embarcados, la vajilla original del Titanic, como algunos platos y juegos de café; la lista original de cuerpos recuperados, una ventana de un camarote de primera clase.. entre otras cosas.
 
 
Horarios y precios de la exposición:
 
Todos los días de la semana, de 10 a 20 horas, con cierre a las 21,30 horas. La duración recomendada de la visita es de hora y media.
La exposición solo cierra el 25 de diciembre y el 1 de enero.
Los precios de las entradas son, los lunes, 6 euros; de martes a viernes, 10 euros; y fines de semana y festivos, 12 euros.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Un viaje a Almendralejo.

Anacrónicos Recreación Histórica inauguró la temporada estival visitando la "X Ruta Literaria del Romanticismo" ¿y por qué no recordar este viaje con todos ustedes para inaugurar la temporada otoñal?

 Podemos decir que disfrutamos de un fin de semana maravilloso, (aunque sufrimos un calor infernal) en una ciudad donde reciben a los románticos con los brazos abiertos.

 Almendralejo se volcó una edición más para que su ruta literaria fuera un éxito. Los lugareños y visitantes participaron activamente en todas las actividades programadas, y la noche de ánimas fue espeluznantemente maravillosa.

 Nos faltarían palabras para describir el maravilloso viaje que disfrutamos. Por lo tanto preferimos que vean las maravillosas fotos que nos tomó Alby Martín. Nunca podremos agradecer suficientemente su esfuerzo y su arte.










   
Esta es una pequeña muestra. Si quieren ver más fotos visiten nuestro Flickr.
Y como no podemos quedarnos quietos. ¡Tuvimos tiempo de retarnos en duelo!



     Más aventuras, próximamente. ;)

domingo, 26 de julio de 2015

Cuadro de costumbres. Los españoles pintados por sí mismos


El cuadro de costumbres es un subgénero propio del costumbrismo o literatura costumbrista en el que se describen, con frecuencia de forma satírica o nostálgica, los tipos y actitudes, comportamientos, valores, costumbres, vestidos,  y hábitos comunes a una profesión, región o clase representativos de una sociedad cualquiera.
En España destacaron en este estilo, los escritores Mariano José de Larra, Ramón Mesonero Romanos y Serafín Estébanez Calderón.

La denominación fue creada en Inglaterra por Richard Steele y Joseph Addison y pronto se traspasó a Francia, y a España.

De hecho "Los españoles pintados por sí mismos" se parece a la publicación francesa "Les français peint par eux-mêmes" (Los franceses pintados por sí mismos), de 1840-1842.






El volumen español fue publicado por Ignacio Boix (figura central en la edición de libros en  Madrid a mediados del siglo XIX) entre 1843-1844.
 
"Los españoles pintados por sí mismos" refleja los postulados románticos que exaltaban la manifestación de la personalidad y buscaban las raíces del sentimiento nacional en el arte. Además, refleja el resurgimiento de la xilografía, que, trabajada con la habilidad de los grabadores de esta época, permitía obtener sobre la madera efectos análogos a los que ofrecían el lápiz o la pluma sobre el papel.






Las xilografías son obra de Francisco Lameyer y Calixto Ortega, en colaboración con Leonard Alenza. Caricaturizan la forma de vestir y los trajes de la época en un estilo que muestra la influencia de la obra de Goya, Los caprichos. Ya en 1837 Ortega aparecía en las actas de la Real Academia de San Fernando, como un xilógrafo notable de aquel entonces. Realizó contribuciones significativas a una variedad de libros importantes, como el que aquí se muestra, Los españoles pintados por sí mismos. El texto del libro es de gran valor literario. Tiene una introducción y 99 artículos cortos de escritores contemporáneos, como Ramón de Mesonero Romanos, cuyos artículos son «La patrona de huéspedes» y «El pretendiente». Ambos están firmados con el seudónimo «El curioso parlante».







Esta obra tuvo tal repercusión, que surgieron otros textos imitando su estructura, como: "El álbum del bello sexo o las mujeres pintadas por sí  mismas" (1843), del que sólo aparecieron dos entregas, una de ellas compuesta por Gertrudis Gómez de Avellaneda y otra por Antonio Flores . "Los cubanos pintados por sí mismos (1852), "Los mejicanos pintados por sí mismos (1854), "Los valencianos pintados por sí mismos (1852), "Las españolas pintadas por los españoles" (1871-1872), obra en la que colaboraron Ramón de Campoamor y Benito Pérez Galdós. El ocaso de este género puede estar definido por los tomos "Españoles de hogaño" (1872) relativo al ambiente madrileño o "El álbum de Galicia. Tipos costumbres y leyendas (1897)

Si os apetece consultar este texto, y ver las estupendas xilografías podéis visitar la siguiente página:
https://archive.org/details/espanolespinta01madr

Y si queréis saber más sobre las  colecciones costumbristas:
http://publicaciones.ua.es/filespubli/pdf/LD8479080981522100.pdf

viernes, 3 de julio de 2015

El luto en el S.XIX

En una sociedad tan rígida y llena de convenciones como la del  S.XIX, la expresión del dolor por un ser querido no escapaba a una serie de normas y rituales, que cualquier persona educada y cristiana debía seguir estrictamente.
 
La muerte estaba muy presente en el día a día, el porcentaje de mortalidad infantil era altísimo y la expectativa de vida era sólo de 42 años.
 
Tan grande era el protocolo  a seguir, que se editaron por toda Europa gran cantidad de manuales, donde se especificaban las normas a cumplir.
 
Aunque los romanos utilizaban túnicas negras o de colores oscuros para expresar el dolor por la pérdida de un ser querido, fueron una serie de leyes y normas promulgadas por los Reyes Católicos las que regularon el luto en España. A raíz de la muerte del príncipe Juan en 1497, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón  ordenaron la Pragmática de Luto y Cera, por la cual, el luto debía representarse con el color negro. Anteriormente a esta pragmática, el luto era de color blanco. Tan estrictas eran esas normas que hubo que reprobarlo en el Concilio de Toledo; y en 1729, Felipe V definió una nueva pragmática más “relajada”.

 


En el siglo XIX la mujer era considerada “el ángel del hogar” y su actividad básicamente se centraba en el cuidado de los hijos y de la residencia familiar. Supeditada al marido, padre, o hermano, el luto femenino siempre fue más severo que el masculino.
 
En 1861 ocurrieron dos desgracias en Inglaterra que marcarían las normas del luto a partir de la segunda mitad del S.XIX. En este año murió la Reina Madre  y poco después el príncipe  Alberto marido de la Reina Victoria. La corte se sumió en un riguroso luto, que la reina prolongó hasta su muerte cuarenta años después.
 

 


La duración del luto variaba según el grado de consanguinidad con el difunto. La costumbre más general es de un año o dos por los esposos, padres e hijos; seis meses al menos por abuelos y hermanos; tres por tíos o sobrinos, y uno por parientes más distantes.
 
Por regla general el luto se dividía en cuatro periodos:
 
Primer periodo de luto o luto riguroso: usado por un año y un día.
 
La ropa debía de ser de género opaco y sin adornos excepto el crepe.
 
La mujer de clase alta podía seguir la moda, pero siempre usando tejidos de seda o lana.
 
El rasgo más distintivo de este periodo era el largo velo de crepe negro que llegaba a la altura de la cintura o las rodillas. También debían usar un bonete.
 
No se usaban adornos o joyas, excepto si eran de ebonita, azabache, vidrio (negro) o joyas hechas con el pelo del propio difunto.
 
La mujer sólo podía dejar su hogar para ir a la iglesia o visitar familiares directos.
 
Si la mujer tenía hijos pequeños a los que cuidar y carecía de ingresos, se permitía un nuevo matrimonio después de este periodo.
 
Segundo periodo de luto: duraba 6 meses.
 
El bonete se puede adornar con flores o cintas blancas o negras y el velo de crepe se acorta y se puede usar levantado sobre la cabeza
 
Tercer periodo de luto: duraba entre 3 y 6 meses.
 
Los adornos de crepe se reemplazaban con adornos de seda negra, cinta negra y encaje. El velo se acortaba aún más y se podía dejar de utilizar, al igual que el bonete.
 
Cuarto Periodo de Luto o alivio de luto: duraba seis meses
 
Los trajes podían ser diseñados a la última moda, sólo tenían que ser hechos con colores de medio luto como el gris, violeta, lila malva y blanco.
 
El viudo sólo tenía un periodo de luto. Éste duraba entre seis meses a un año. Podía continuar su vida normal trabajar, e incluso podía volver a casarse.

Los niños llevan luto blanco hasta los siete años. De siete a diecisiete años se combinaba el blanco con adornos negros en el verano y gris con adornos negros en invierno. Una muchacha era considerada mujer a los 17 años y debía usar luto riguroso si un familiar moría.

El duelo impedía asistir a eventos de placer mundano como fiestas. Durante el periodo de luto riguroso no se recibían ni se devolvían visitas domiciliarias, excepto las de pésame durante los primeros días.
 




La persona que estaba de luto debía utilizar tarjetas, papel y sobres de luto con franja negra. Cuando el luto finalizaba, y se quería reintegrarse en la sociedad, se debían dejar tarjetas a los amigos y conocidos avisando de que se podía recibir y hacer visitas.
 
Con la muerte tan presente en el día a día, la visita a los cementerios era obligatoria y las familias gastaban todo lo que podían para conseguir las mejores sepulturas. Los monumentos eran generalmente simbólicos, ya sean religiosos (cruces, ángeles), símbolos de la profesión del difunto (espadas para un general, brocha para un pintor) o símbolos de muerte.

Entorno a los funerales también existían multitud de supersticiones: Las embarazadas no debían asistir a los funerales. Se cubrían los espejos de las casas por la creencia de que el espíritu del difunto quedaba atrapado en ellos. Los relojes se paraban en la habitación donde ocurría el fallecimiento. No se estrenaba ninguna prenda en los funerales, pues se creía que traía mala suerte, especialmente estrenar zapatos.
 
Las carrozas fúnebres y los caballos eran adornados con plumas negras de avestruz, salvo si se trataba de un niño, que entonces eran blancas, al igual que el ataúd.
 
Por otra parte el funeral de una persona pobre, tenía que ser en domingo, único día en que no se trabajaba. Sin embargo si la familia no tenía ahorrado el dinero para poder efectuar el funeral en domingo, después de la muerte, el cadáver debía permanecer en la casa hasta el siguiente domingo.
Con la muerte de la Reina Victoria en 1901 y el inicio del periodo eduardiano, las costumbres en el luto se fueron relajando. Aunque en España siguieron conservándose bastante arraigadas hasta bien entrada la década de los años sesenta.

Para saber más:
http://museodeltraje.mcu.es/popups/06-2008.pdf

viernes, 19 de junio de 2015

El Romanticismo español

Por ironías de la vida, uno de los textos más icónicos del Romanticismo español fue escrito por uno de sus mayores detractores, Don Ramón de Mesonero Romanos. Este autor es conocido como uno de los grandes costumbristas de la ciudad de Madrid del siglo XIX. Vivió entre 1803 y 1882. De entre algunos de los datos más relevantes en su biografía destacan su alistamiento en la milicia nacional, su asistencia a la tertulia conocida como “El Parnasillo” junto con Espronceda o Larra y su participación en la Real Academia como miembro honorario y miembro de número.





El texto en cuestión es una crítica a la nueva corriente conocida como “Romanticismo”, a su estilo, formas, vestuario, etc. Aquí pueden leer un fragmento del artículo:
Y he aquí por qué un muchacho que por los años de 1811 vivía en nuestra corte y su calle de la Reina y era hijo del general francés Hugo, y se llamaba Víctor, encontró el romanticismo donde menos podía esperarse, esto es, en el Seminario de Nobles; y el picaruelo conoció lo que nosotros no habíamos sabido apreciar y teníamos enterrado hace dos siglos con Calderón; y luego regresó a París, extrayendo de entre nosotros esta primera materia, y la confeccionó a la francesa, y provisto como de costumbre con su patente de invención, abrió su almacén, y dijo que él era el Mesías de la literatura, que venía a redimirla de la esclavitud de las reglas; y acudieron ansiosos los noveleros, y la manada de imitadores (imitatores servum pecus, que dijo Horacio) se esforzaron en sobrepujarle y dejar atrás su exageración y los poetas transmitieron el nuevo humor a los novelistas; éstos a los historiadores; éstos a los políticos; éstos a todos los demás hombres; éstos a todas las mujeres; y luego salió de Francia aquel virus ya bastardeado, y corrió toda la Europa, y vino, en fin a España, y llegó a Madrid (de donde había salido puro), y de una en otra pluma, de una en otra cabeza, vino a dar en la cabeza y en la pluma de mi sobrino, de aquel sobrino de que ya en otro tiempo creo haber hablado a mis lectores; y tal llegó a sus manos que ni el mismo Víctor Hugo lo conociera, ni el Seminario de Nobles tampoco.
La primera aplicación que mi sobrino creyó deber hacer de adquisición tan importante, fue a su propia física persona, esmerándose en poetizarla por medio del romanticismo aplicado al tocador.

Porque (decía él) la fachada de un romántico debe ser gótica, ojiva, piramidal y emblemática.
Para ello comenzó a revolver cuadros y libros viejos, y a estudiar los trajes del tiempo de las Cruzadas; y cuando en un códice roñoso y amarillento acertaba a encontrar un monigote formando alguna letra inicial de capítulo, o rasguñado al margen por infantil e inexperta mano, daba por bien empleado su desvelo, y luego poníase a formular en su persona aquel trasunto de la Edad Media.

Por resultado de estos experimentos llegó muy luego a ser considerado como la estampa más romántica de todo Madrid, y a servir de modelo a todos los jóvenes aspirantes a esta nueva, no sé si diga ciencia o arte. Sea dicho en verdad; pero si yo hubiese mirado el negocio sólo por el lado económico, poco o nada podía pesarme de ello: porque mi sobrino, procediendo a simplificar su traje, llegó a alcanzar tal rigor ascético, que un ermitaño daría más que hacer a los Utrillas y Rougets. Por de pronto eliminó el frac, por considerarlo del tiempo de la decadencia, y aunque no del todo conforme con la levita, hubo de transigir con ella, como más análoga a la sensibilidad de la expresión. Luego suprimió el chaleco, por redundante; luego el cuello de la camisa, por inconexo; luego las cadenas y relojes; los botones y alfileres, por minuciosos y mecánicos; después los guantes, por embarazosos; luego las aguas de olor, los cepillos, el barniz de las botas, y las navajas de afeitar; y otros mil adminículos que los que no alcanzamos la perfección romántica creemos indispensables y de todo rigor.

Quedó, pues, reducido todo el atavío de su persona a un estrecho pantalón que designaba la musculatura pronunciada de aquellas piernas; una levitilla de menguada faldamenta, y abrochada tenazmente hasta la nuez de la garganta; un pañuelo negro descuidadamente anudado en torno de ésta, y un sombrero de misteriosa forma, fuertemente introducido hasta la ceja izquierda. Por bajo de él descolgábanse de entrambos lados de la cabeza dos guedejas de pelo negro y barnizado, que formando un bucle convexo, se introducían por bajo de las orejas, haciendo desaparecer éstas de la vista del espectador; las patillas, la barba y el bigote, formando una continuación de aquella espesura, daban con dificultad permiso para blanquear a dos mejillas lívidas, dos labios mortecinos, una afilada nariz, dos ojos grandes, negros y de mirar sombrío; una frente triangular y fatídica. Tal era la vera efigies de mi sobrino, y no hay que decir que tan uniforme tristura ofrecía no sé qué de siniestro e inanimado, de suerte que no pocas veces, cuando cruzado de brazos y la barba sumida en el pecho, se hallaba abismado en sus tétricas reflexiones, llegaba yo a dudar si era él mismo o sólo su traje colgado de una percha; y aconteciome más de una ocasión el ir a hablarle por la espalda, creyendo verle de frente, o darle una palmada en el pecho, juzgando dársela en el lomo. 

Si quieren leer el artículo completo, pueden hacerlo aquí: http://fenix.pntic.mec.es/recursos/lectores/clublectura/salalectura2.php?salalectura_id=149 

martes, 9 de junio de 2015

Muerte por corsé

A todos nos viene la imagen del corsé y enseguida la relacionamos con el siglo XIX y con esas cinturas tan apretadas que llegaron a tener las damas. Durante el Londres victoriano se hizo muy popular una revista llamada Police News que, mezclando texto con imágenes, narraba sucesos morbosos que habían sucedido recientemente como el de "La muerte por el nudo apretado" que a continuación traducimos para nuestros lectores:


Muerte por nudo apretado

Sería imposible realizar algo parecido a una estimación acertada de las miles de personas que han caído víctimas de la odiosa moda del nudo apretado. Una triste muestra de esta perniciosa práctica tuvo lugar en New Town el sábado por la noche. Dorothea, la hija mayor de  Don Vincent Posthelthwaite (un respetadísimo y rico mercader de New Town), murió de repente en un baile celebrado en la casa de su padre. Mientras bailaba con un joven caballero con el que estaba prometida, vio su compañero como se quedaba pálida y jadeaba espasmódicamente en busca de aire; Se tambaleó durante unos poco segundos y cayó. La impresión general fue que se había desmayado. Los restaurativos fueron aplicados sin producir el efecto esperado. Un doctor fue enviado, quien tras examinar a la paciente, afirmó la muerte de la desdichada dama.

La consternación de la familia y de los invitados puede imaginarse con facilidad, la cual no mejoró ni por asomo cuando el señor médico declaró que Miss Posthelthwaite no había muerto sino por un nudo apretado. La actividad del corazón había sido impedida, la emoción y el esfuerzo, bajo las circunstancias, un esfuerzo excesivo para el organismo y por tanto muerte súbita.

Nuestro artista nos ha provisto de una imagen que siendo suficientemente explícita por sí misma, no necesita comentarios. Muchos de nuestros buenos lectores no tendrán pérdida descifrando su significado y harán bien teniendo cuidado en lo sucesivo.  



lunes, 1 de junio de 2015

Rumbo a Almendralejo.

     Ya estamos preparando los baúles y tenemos reservada la diligencia,  para poner rumbo a la "X Ruta Literaria del Romanticismo" que se celebra en Almendralejo (Badajoz) el próximo fin de semana.

     Un nutrido grupo de Anacrónicos asistirá al evento, que se ha convertido en  la gran reunión anual del foro.


     Almendralejo celebra por décima ocasión su "Ruta Literaria del Romanticismo" afianzando el evento como un punto de encuentro de todos los románticos y amantes de la recreación histórica.

    Cuna de Carolina Coronado y José de Espronceda,  el pueblo entero se vuelca en el evento y viaja atrás en el tiempo para homenajear a tan ilustres hijos.

     Los principales lugares donde se llevan a cabo las actividades son:
     Los Jardines de Santa Clara, cuyos terrenos pertenecieron en su día al Convento Franciscano de San Antonio.
     El Palacio de Monsalud, antigua residencia de los marqueses de Monsalud; doElnde nació José de Espronceda en 1808
     El Parque Carolina coronado, o Parque de El Espolón
     Y el Parque de la Piedad.

     El programa es muy extenso, e incluye dramatizaciones, conciertos, lecturas poéticas, un gran baile romántico y una noche de ánimas. Pero quizás lo más llamativo es el desfile que protagonizan vecinos y visitantes ataviados con ropas de la época que nos trasladan directamente a tiempos pasados.

     Si buscáis un plan diferente para el fin de semana acercaros a este bello lugar. Seguro que nos encontramos por sus calles. No dudéis en saludarnos.
   

martes, 26 de mayo de 2015

Exposición: La moda en tiempos de Galdós

Exposición en Gran Canaria
Abril - Julio 2015


     Si tenéis la suerte de vivir en Gran Canaria; o si vais a disfrutar de unos días de vacaciones allí, hay una exposición que os puede resultar interesante






      Hasta el 19 de julio se expondrán una docena de trajes, tanto masculinos como femeninos, y otros artículos, como sombreros y diversos complementos, para acercar al público aspectos de la vida cotidiana de la burguesía de la época en la que vivió el autor.

     Natural de Gran Canaria, Benito María de los Dolores Pérez Galdós nació en 1843 y es considerado uno de los mejores representantes de la novela realista española del S.XIX.
Ganador del Premio Nobel en 1912 falleció en Madrid en 1920.







     Los trajes expuestos no son piezas originales;  forman parte del vestuario de varias producciones de teatro, ópera y cine como "Prim, el asesinato de la calle del Turco"







     La exposición recoge un periodo bastante amplio, desde la década de 1840 a 1850 hasta 1914, lo cual nos permite hacer un recorrido por los cambio en la moda del S.XIX



                                   



jueves, 7 de mayo de 2015

La literatura en la época victoriana

En el siglo XIX, uno de los principales intereses que tenían las damas y los caballeros era la lectura. Los victorianos mayoritariamente leían libros (las damas eran grandes consumidoras de novelas) y periódicos (lectura reservada solo a los caballeros, cuyos mayordomos se los planchaban para que se secara la tinta que seguía manchando). The Times, que se comenzó a publicar en 1785, era el periódico de mayor tirada y referencia a pesar de que era caro y sólo tenían acceso a él las clases altas.  Los impuestos a los que estaban sujetos los periódicos los convertían en publicaciones que, por su precio, no estaban al alcance de todos. La supresión de la tasa hizo que los periódicos se abaratasen y aparecieran nuevas publicaciones como The Daily Telegraph o el más sensacionalista Daily Mail.
 
Otra literatura que se consumió con asiduidad en los hogares victorianos fueron las revistas de moda (que las señoritas y sus madres seguían muy de cerca para conocer los últimos modelos que llegaban sobre todo de París), guías de viajes y revistas sensacionalistas (llamadas “penny dreadfuls”,  yq ue eran historias populares que tenían gran éxito entre la sociedad).






Con la llegada del ferrocarril se hizo posible una distribución del material de lectura por todo el país con rapidez.  Los kioskos propiedad de H.W. Smith, situados en las estaciones, proporcionaban a los lectores  las últimas ediciones de las publicaciones más esperadas.
 
Si la locomotora proporcionó rapidez en el reparto de periódicos y folletines, el gobierno de la reina Victoria se esforzó en acercar la educación a todas las clases sociales y no sólo a las más acomodadas. Las reformas didácticas llegaron a los menos favorecidos y permitían que niños y adolescentes que trabajaban de sol a sol pudieran luego ir regularmente a una escuela a aprender a leer, escribir y a hacer cuentas. A partir de aproximadamente 1850 aparecieron las publicaciones específicas para niños en forma de novelas o comics. Para los adultos se organizaban clases y reuniones para enseñarles lectura y escritura.


Con el fin de que las clases obreras accedieran a más cultura, las bibliotecas (cuyos horarios de apertura coincidían con sus horarios de trabajo por lo que les resultaba imposible visitarlas) incrementaron su horario de apertura y cierre y sus salas se llenaron de personas ávidas por aprender y leer.  
 
Una moda que revolucionó la literatura decimonónica fue el sistema de la novela por entregas, esto es, que autores populares (de la talla de Charles Dickens por ejemplo) editaban sus obras publicando capítulos mensuales o semanales en revistas que eran esperadas con ansiedad por lectores. El final de cada episodio finalizaba con un giro inesperado o sorpresa con la intención de tener lectores adictos a su lectura.


En un mundo eminentemente masculino, algunas novelistas lograron publicar sus obras bajo pseudónimo varonil, como fue el caso de las hermanas Brönte o Mary Anne Evans (a la que todos conocemos como George Eliot) o bien animadas por sus maridos, como Elizabeth Gaskell. Sus novelas convivieron con las de Wilkie Collins y posteriormente con otros genios de la literatura inglesa victoriana como el realista Thomas Hardy, el padre de Sherlock Holmes Sir Arthur Conan Doyle, Robert L. Stevenson o Lewis Carroll.  
 
Sin duda, las artes en la era victoriana nos han dejado un legado tan colosal que sigue vigente y actual hasta nuestros días.

lunes, 13 de abril de 2015

La Era victoriana

Si realmente el siglo XIX tiene un sobrenombre, éste es el de "era victoriana". Fue uno de los periodos más prósperos de Inglaterra y el país al que miraban el resto de naciones. Durante gran parte de este siglo, el trono inglés estuvo presidido por la reina Victoria, quien se sentó en él en 1837 y no se levantaría hasta 63 años después, convirtiéndose su reinado en el más largo de toda Gran Bretaña.
 
 
Históricamente, la época victoriana se encuadra por tanto desde el segundo cuarto del siglo XIX hasta 1901, fecha en la que muere, sucediéndole su hijo Eduardo VII.
 
Este siglo XIX inglés abarcó un florecimiento como nunca antes se había dado, tanto en la esfera política, económica, cultural o social. Fue la época del ferrocarril, del barco de vapor, de Charles Dickens, de Darwin y más tarde de la llegada de la electricidad,... en el que todo lo que sucedía en Inglaterra, tenía una repercusión mundial (no olvidemos que casi un cuarto de la población mundial estaba bajo el dominio británico gracias a las colonias que poseía).
 
Bajo el dominio de la reina Victoria la industria del acero, el hierro y el carbón floreció. A la revolución industrial tendríamos que añadir la textil, con nuevas máquinas como la hiladora Spinning Jenny, que facilitó el incremento de la producción. Las industrias comenzaron a modernizarse y a proliferar, lo que cambió sustancialmente el paisaje inglés. Ciudades y pueblos conectados antes por carreteras y por servicios de postas quedaron unidos gracias al ferrocarril, el gran medio de masas que trasladaba pasajeros y que hacía posible las grandes migraciones de personas y el cargamento inmenso de mercancía del campo a la ciudad. Los alimentos llegaban más frescos a las mesas gracias a la velocidad del vapor y las condiciones culinarias fueron más saludables y variadas.
 
 
Las condiciones laborales mejoraron comenzando a existir asociaciones de obreros y luchas por conseguir reformas sociales. Una novela que recomendamos donde se aprecian estos cambios es "Norte y Sur" de Elizabeth Gaskell.
 
 
El universo de las letras y la ciencia también se verá consolidado en esta época victoriana como uno de los mejores. La gran pluma de Charles Dickens eclipsará a los demás autores pero otros que sobresalen durante el siglo XIX son las hermanas Brönte, Wilkie Collins, Anthony Trollope, Thackeray, George Eliot, y posteriormente, Stevenson por citar sólo a unos pocos.
 
A principios del siglo XIX dos nuevas sociedades irrumpen con gran fuerza y nuevas ideas en la Inglaterra victoriana: The Royal Institution of Great Britain y The British Association for the advancement of science. Ambas darían un nuevo empuje, tanto a la actividad académica como muy especialmente a la popularización del conocimiento científico como hizo Darwin cuando presentó su "Origen de las especies".

sábado, 28 de marzo de 2015

Jack el Destripador

Si pensamos en el Londres de finales del siglo XIX hay dos nombres que nos vienen a la cabeza: Sherlock Holmes y Jack el Destripador.
 
El asesino más despiadado y sangriento, que conmocionó a la opinión pública y a la élite policial, atacó en 1888 a cinco prostitutas. Hoy su figura sigue siendo un misterio porque no existe un nombre tras ese rastro de cadáveres.
 
 
El Londres de 1888 era la capital de un Imperio que dominaba el mundo, la tecnología y el progreso pero al mismo tiempo, sus barrios estaban llenos de contrastes: desde los más ricos hasta los más paupérrimos plagados de mendigos, parados y prostitutas. Los suburbios más deprimentes se centraban en Whitechapel, nido de delincuentes, borrachos y "mujeres de mala vida" que ofrecían sus servicios por unas pocas monedas.
 
 
Los asesinatos tuvieron lugar en ese barrio. Todo comenzó en una calleja la noche del 30 de agosto de 1888 en el que apareció el cadáver de Mary Ann Nichols, una prostituta, en el suelo. El doctor Lewellyn, forense, escribió en su informe que "el asesino ha seccionado las arterias carótidas con dos cortes de oreja a oreja tan profundos que rozan las vértebras del cuello y dejan la cabeza medio colgando. El corte del abdomen hasta el diafragma debió de ser hecho con un instrumento afilado de mango grueso, como los que usan los cortadores de corcho o con un cuchillo de zapatero". 
 
 
No obstante, Nichols no había sido su primera víctima, sino la segunda. El 7 de agosto, el asesino de Whitechapel ya había actuado matando a otra prostituta, Martha Tabram, aunque como no presentaba el mismo patrón de las lesiones que vendrían después, no fue incluida entre las víctimas de Jack el destripador.
 
El patrón que repetía el asesino era el de asesinar nada más que a mujeres, prostitutas, de noche, en calles solitarias (salvo la quinta víctima que fue asesinada en su casa). El homicida conocía perfectamente las rondas policiales porque ningún agente llegó a atraparle pero su seña más característica era la brutalidad con la que actuaba. 
 
 
A cargo de la inspección se puso al detective Frederick Abberline quien indagó de manera prioritaria entre profesionales duchos en el manejo del cuchillo (carniceros, zapateros...) al asesino pero esa medida no dio los resultados esperados.
 
El asesino envió dos cartas a las autoridades. En la primera, enviada a la misma jefatura de policía y firmada por el autoproclamado "Jack el destripador" expresaba su disgusto hacia las rameras y anunciaba nuevas muertes. En la segunda misiva adjuntaba la mitad del riñón que le extrajo a una de sus víctimas, ya que la otra mitad, aseguraba que se la había comido frita. En el encabezado, se podía leer, en letras rojas, el encabezado "Desde el infierno".
 
 
Por estas fechas, Scotland Yard estaba desbordado. Sólo Whitechapel contaba en 1888 con 80.000 habitantes en el barrio, de las que 1.200 eran prostitutas repartidas en 62 burdeles. El Cuerpo de policía contaba sólo con 15.000 agentes, de los que la mitad estaban inactivos en verano, siempre uniformados y que no podían acudir de incógnito. Se formaron, por tanto, Comisiones de Vigilancia en Whitechapel y otros barrios, organismos civiles creados ex profeso para defender los barrios del asesino en serie. Estas cuadrillas nocturnas montadas por los propios ciudadanos no crearon sino acentuar el pánico que ya había y la sensación de inseguridad llegó a ser insostenible. 
 
 
Hay que tener en cuenta además que a pesar de que Scotland Yard se encontraba entre uno de los cuerpos de policía mejores del mundo, sus métodos se basaban en la intuición de los agentes, en las declaraciones de testigos y que las fotografías sólo se tomaban a los cadáveres y siempre tras las autopsias. Hasta 1905 no se usaron las huellas dactilares para condenar a un acusado y la antropología forense o la toxicología no se aplicaba en la investigación criminal.
 
Como es natural, los periódicos no sólo se hicieron eco de las muertes sumo que seguían con avidez las noticias que se producían con cada nuevo asesinato. Los periodistas sacaban hasta tres ediciones diarias relatando los avances de las investigaciones. 
 
 
La prensa animó a que surgieran decenas de teorías sobre la identidad del asesino porque cuando la investigación se cerró en 1892, cuatro años después de los acontecimientos, no había un sospechoso suficientemente sólido como para ser detenido. Thomas Bond, uno de los forenses del caso, esbozó un perfil criminal del homicida: "Es muy probable que el asesino tenga un aspecto inofensivo, un hombre de mediana edad, bien arreglado y de aire respetable. Posiblemente lleve capa o abrigo, porque si no, la sangre de sus manos y ropas habría llamado la atención".
 
Se barajaron incontables nombres, algunos femeninos, y cada detective tenía sus sospechosos predilectos pero nunca hubo unanimidad sobre uno en concreto. Entre los sospechosos: 
 
  •  William Henry Bury, asesino de una prostituta con la que vivía y que despertó las alarmas de Scotland Yard 
  • Robert Donston Stephenson, un médico ducho en el manejo del bisturí que se involucró demasiado en la investigación y mandó numerosas cartas a los detectives con sugerencias y comentarios.
  • John Druitt, un abogado cuyo cadáver apareció flotando en el Támesis justo tras descubrirse la última víuctina, el 9 de noviembre de 1888. Este fue incluido en la lista porque aparentemente con su suicidio, dejaron de cometerse los crímenes del destripador.
 
Otros sospechosos: En 1976, el periodista Stephen Knight aventuró en su libro "Jack the ripper: the final solution" que las muertes fueron ordenadas por la familia real para que no se supiera que el Príncipe Alberto Víctor, Duque de Clarence, nieto de la reina Victoria, había dejado embarazada a una prostituto en Whitechapel. El brazo ejecutor habría sido el entonces médico de palacio, William Gull. La idea tuvo repercusión pero los historiadores la desechan porque hay sospechas fundadas de que Clarence era homosexual y porque Gull tenía 71 años y estaba casi inválido por una apoplejía.
 
John Morris sostiene en "Jack the ripper: the hand of a woman" que los homicidios se debieron a Lizzie Williams, una galesa rica que mataba mujeres y les extirpaba el útero para vengarse de su esterilidad. Pero el escritor olvida que el asesino debía de vivir en Whitechapel, ya que conocía bien el barrio y que no a todas las víctimas les quitaron el útero.
 
 
Fuese quien fuese, sin avances en la investigación, el caso se cerró finalmente en 1892 y el asesino pasó a mito existiendo hoy en día preguntas aún sin respuesta. 
Para saber más del tema recomendamos:
 
  • www.ripperologist.biz (Revista digital en inglés con artículos y noticias sobre Jack el destripador, el East End de Londres y la Era Victoriana)
  •  www.jack.the-ripper.org (Página muy completa sobre los diferentes aspectos que rodean la figura del famoso asesino)
 
Texto escrito por Janire Rámila. Reportaje íntegro en la Revista "Muy Interesante" Nº390, Noviembre 2013.