viernes, 22 de febrero de 2019

Indiana o las pasiones de Madame Delmare

Dentro de su colección "Delicatessen", Editorial D'Epoca nos trae a las librerías y bibliotecas esta primera novela escrita por George Sand. Contaba con 28 años y con un espíritu inquieto y revolucionario que en las páginas de esta novela se refleja. 


Hay que decir que como buena escritora dentro del siglo XIX, muchas de las 336 páginas que contiene el libro sobran por estar llenas de descripciones que nada aportan a la trama y que incluso entorpecen la lectura. Desde los ojos de un lector actual, cansan aunque es en ellas donde se afina a ver la crítica que hace contra la sociedad del momento y contra los convencionalismos sociales. 

La historia es sencilla: Indiana, muchacha ingenua y joven, está casada por conveniencia con el señor Delmare, un estricto y anciano coronel ya retirado. Bajo la protección del fiel e introvertido primo Sir Ralph vive una existencia aburrida, anodina y carente de atractivo hasta que conoce al frívolo Raymond, un apuesto aristócrata que tocará su corazón y hará tambalear su matrimonio, sus principios e incluso su honor. 

Desde el punto de vista literario, la novela está bien escrita, con una profundidad en los personajes que provoca que entendamos sus actos y sus sufrimientos. El lenguaje fluye en unas emociones demasiado exaltadas, víctimas de sus propias pasiones que hace ennoblecer a los sentimientos. Bajo un prisma social, este romanticismo en el que las enfurecidas expresiones del corazón quedan escritas (comienzan muy tranquilas y, como en toda relación, se desatan hasta llegar al clímax), no hace sino esconder una crítica feroz a los matrimonios de conveniencia, a cómo caballeros y damas debían casarse por deber sin importar sentimientos o afinidades. La diferencia de edad era trivial. Las injustas leyes matrimoniales imponían que las esposas eran propiedades y que los esposos, amos. 


Si se sabe leer entre líneas, la autora también establece muy bien la diferencia entre las debilidades femeninas y la virilidad masculina. Muy marcado el carácter de los personajes (salvo el de Ralph, que al principio parece anodino, insulso y hasta mediocre como un perro fiel) volteará al final esta marcada fuerza para demostrar que la mujer bien puede ser fuerte, decidida y audaz, lo que fue la propia George Sand en vida.


En resumen, la Editorial ha rescatado en una edición ilustrada esta obra escrita en 1832 en el que el adulterio es el principal eje para comprender una sociedad hipócrita y unas pasiones extremas. 

jueves, 14 de febrero de 2019

La sexualidad en la España del siglo XIX

El papel de la Iglesia española es fundamental en todo el proceso de la enseñanza en España, señalándose que la mujer debe jugar un papel secundario en la sociedad. Su misión es el de cohesionar a la familia. El prototipo de la mujer ideal de este siglo es una mujer perfectamente casada, reina del hogar, piadosa y siendo buena madre y esposa.

Toda le educación que se dignaba dar el sistema educativo a la mujer bajo el patrocinio de la Iglesia, no era el educarlas en la sabiduría, sino en la aceptación de su sumisión al patriarcado y a su papel de buena madre. La educación de aquella época tenía como única misión el conocimiento de los principios cristianos, que serían los cohesionadores de la familia española. 

La sumisión sexual era uno de los deberes de la mujer en el pensamiento de este siglo, así como virilidad en el hombre debe ser manifiesta y se debe rechazar las emociones o afectos románticos, mientras que la mujer debe adaptarse a sus exigencias. El papel de la mujer casada debe ser el de receptora y no jugar un papel que es el del hombre. La mujer debe sacrificarse en beneficio de la satisfacción de su esposo y no para alcanzar también el placer durante la relación.

El matrimonio canónico fue durante mucho tiempo el único posible en España. Solo hubo dos períodos en los que el matrimonio civil fue legal, fue durante las dos repúblicas que se han dado en la historia de España. El texto aprobado durante la primera, el 18 de junio de 1870, instituyó además los siguientes supuestos de divorcio: adulterio de la mujer o el marido, malos tratamientos graves del marido a la mujer o a los hijos, violencia moral, tentativa del marido a empujar a la prostitución a la mujer o condenación por sentencia firme de cualquiera de los cónyuges a reclusión perpetua.

LA MASTURBACIÓN

El compendio moral salmaticense es publicado en el año 1805. Es un tratado que recoge las normas morales que deseaba la iglesia estuvieran vigentes en este siglo. 

En el “Tratado XVII. De los preceptos sexto, y nono del Decálogo/Cap. III. Del vicio contra naturam / Punto II. De la polución” se dice:

“La masturbación está prohibida no sólo por el derecho divino, sino aun por el natural se hace patente, pues ella es contraria al fin de la naturaleza, que mira a la generación de la prole”.

Se exculpa en este tratado al varón en algunas circunstancias fundamentalmente por la falta de voluntariedad: polución nocturna, polución por accidente, etc..

A la mujer se le tenía expresamente prohibido y ante su "histeria" se desarrollaron consoladores utilizados por médicos para masajear la zona vaginal y así evitar la locura que según se decía, hacía enfermar a muchas damas. 


LA PROSTITUCIÓN

La prostitución fue una de las principales actividades fundamentalmente en el mundo urbano. La proliferación del mercado de la prostitución se desarrolló en la cultura sexual del siglo XIX, por lo que se intensificó la vida nocturna y el establecimiento de burdeles, que reunían personas socialmente marginadas.

El sector económico de la prostitución estaba compuesto principalmente por mujeres pertenecientes a estratos socio-económicos medios, normalmente mujeres desprotegidas debido a diversas causas como pueden ser por la viudez, ruptura matrimonial, marido alistados en el ejército durante muchos años o endeudadas por la creciente cultura de consumo. Muchas mujeres también eran de estratos socio-económicos bajos y valoran esta actividad como una forma de salir de la pobreza.

Las personas dedicadas a la prostitución se reunían en barrios específicos de clase media o de clase baja, También las podemos encontrar cerca de lugares de ocio masculino como cabaret y casas de burlesque. De hecho, los establecimientos de teatro de variedades concentraban, en ocasiones, espectáculos eróticos que incluían rutinas como el striptease y los bailes exóticos como la danza del vientre y la danza de los siete velos. Las protagonistas de este tipo de espectáculos se denominan vedettes, personas que frecuentemente realizaban sus actos en completo desnudo o en semi-desnudo, en comparación con la moda tradicional de la época.

La cultura y educación sexual de la esta época permitió conocer la existencia de las enfermedades de transmisión sexual, que eran encontradas en numerosos hombres que estaban realizando el servicio militar, puesto que los soldados recurrían a este tipo de servicios. Esto provocó la creación de un comité para la investigación médica de las enfermedades de trasmisión sexual en las fuerzas armadas. La prostitución de menores de edad y la prostitución masculina homosexual existieron en la sociedad, pero eran practicadas con mucho mayor secretismo que la prostitución femenina.

LA HOMOSEXUALIDAD

Antiguamente se entendía por sodomía el conjunto de todos los actos sexuales que no tenían una finalidad reproductiva. No fue hasta el año 1848, con el nuevo Código Penal, cuando la concepción de la sodomía desaparece definitivamente, hecho éste que se mantuvo en las nuevas versiones de 1850, 1860 y 1870. Esto no es óbice para que se pudieran emplearse otras leyes, como las de “escándalo público” o aquellas sobre las “faltas contra la moral, el pudor y las buenas costumbres” para perseguir todos los actos de homosexualidad que tanto molestaba a la iglesia. La homosexualidad como delito fue reintroducido en el Código Penal de 1928. 


Artículo realizado por Edmundo Fayanas Escuer. Fuente: http://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/sexualidad-espana-siglo-xix/20171031172411144875.html