Hoy en día vivimos en la era de la comunicación gracias al teclado del móvil o de un ordenador pero antes de esta tecnología se había creado la máquina de escribir, una herramienta que cambió el mundo de la cultura.
Hay que remontarse al siglo XVIII, más concretamente y según las fuentes a 1714, para hablar de la patente que la reina de Inglaterra le concede al caballero Henry Mill de "una máquina para trascribir letras, una tras otra como la escritura, e imprimirlas sobre papel". El resultado impreso resultaba claro para leerse, no podía borrarse o corregirse sin que se notase y permitía una gran utilidad por la durabilidad de la escritura. En una palabra: esta máquina era de gran utilidad en los registros públicos que encadenaban un letargo manual casi medieval.
Este instrumento del siglo XVIII se piensa que no se llegó a construir, puesto que no queda constancia de ella, de manera que hay que esperar a la segunda mitad del siglo XIX para hablar de una fabricación - ya industrialmente- de estas máquinas. Una de las primeras fue la ideada por Christopher Latham Sholes que incorporaba el teclado que aún persiste aunque sólo permitía escribir en mayúsculas y no dejaba ver lo que se estaba tecleando.
Uno de los primeros usuarios que utilizaron esta máquina de escribir fue el escritor Mark Twain, quien adquirió una en 1874. A partir de 1880 las máquinas comenzaron a usarse en la administración y en las empresas, sobre todo con la ayuda del papel de calco, que permitía hacer simultáneamente varias copias de un mismo documento, permitiendo que fuera el sector femenino quien más utilizara este instrumento. Paulatinamente las mecanógrafas se fueron institucionalizando y profesionalizando, siendo cada vez más importante que llegaran a alcanzar un elevado número de palabras por minuto.
Un segundo modelo, el Remington, ya contaba con una tecla que cambiaba las mayúsculas y las minúsculas. Una década más tarde, en 1896, las Underwood alcanzaron un gran éxito al permitir ver el escrito al tiempo que se elaboraba y con el cambio de siglo se llegó a eliminar peso de la máquina a convertirlas en portátiles, lo que permitió que muchas entrasen en los hogares y se demandaran para uso particular.
Hoy en día ya no se fabrican las máquinas de escribir pero no podemos dejar de mencionar un invento que revolucionó las oficinas en el siglo XX y que ayudó a incorporar a la mujer al mundo laboral.
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