Una tal Lucretia Brown acusó a un ex-compañero suyo de secta llamado Daniel Spofford de intentar dominarla con sus "poderes mentales". Ambos pertenecían a una secta cristiana liderada por una mujer llamada Mary Baker Eddy. Cuando Brown enfermó repentina e inesperadamente, se le ocurrió que el culpable de esta situación debía ser sin duda Spofford, quien había sido expulsado de su peculiar culto. El caso fue desestimado por el tribunal convirtiéndose en el último juicio por brujería de Salem. ¡En plena época victoriana!
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