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viernes, 19 de septiembre de 2014

Modales para caballeros decimonónicos en el teatro

Los teatros absorben una gran parte de la población de las capitales. Los italianos, ingleses y franceses van siempre en invierno, de manera que hé aquí una serie de consejos para caballeros sobre cómo comportarse en el teatro.

Un buen melodrama, una pieza nueva, hacen que se coma deprisa, y no pocas veces sucede apresurarse por un drama ridículo; pero no se desea ver la pieza, sino al actor o a la actriz que en él brillan.


Si tenéis un palco para señoras, estad seguros de que agradaréis si podéis acompañarlas si no tienen otro caballero; pero en una cosa, al parecer, tan simple como la de conducir señoras al teatro, hay ciertas diferencias de hombres; porque un necio no sabe acompañar a una señora a la comedia como un hombre de talento.

Si disponéis de la elección de sitio, hacedlo con gusto y discernimiento; y si estáis mano a mano, colocaos de manera que podáis ver, más bien que ser visto. Nada se gana en presentarse cara al público sino los goces del amor propio. Si conducís a varias señoras jóvenes y bonitas, ponedlas a todas por delante; las mujeres gustan de ser vistas, y el murmullo lisonjero que excita su belleza al presentarse en el palco, es más agradable a su oído que las consonancias más melodiosas de Rossini, y la cavatina más graciosa cantada por la Albini o por Galli.


No diremos tampoco que sea preciso dar a las señoras los asientos de delante; esto es sabido; pero si procurarles el anuncio de la comedia para que puedan ver los nombres de los actores y papeles de que están encargados.

Cuando un hombre ocupa la delantera de un palco y llegan señoras, sean las que fuesen, debe cederlas su sitio y pasarse atrás, porque aunque esto haga perder a un aficionado la vista de alguna parte de los movimientos de los actores, se debe este corto sacrificio a la belleza y al sexo.


No se debe hablar jamás en la comedia de modo que se distraiga la atención de los espectadores, y se merezcan los chis, chis, de los inmediatos; tampoco se debe dar la espalda al público porque os reputaría por un actor de que estuviese descontento.

Hay personas que recitan los versos que va a decir el actor precediéndole en uno o dos; no hay cosa más pesada que ésta y aunque haya razones para quejarse de la mediocridad de los actores, se puede apostar ciento contra uno a que iguales recitadores lo hacen mucho peor que ellos.

Si lleváis a la comedia señoras que no hayan visto la pieza que se representa, no las expliquéis ni las digáis nada, "ahora va a suceder esto", "o tal personaje entrará en la escena", "tal actriz va a salir", "esta es la intriga o el desenlace de esta manera"; esto es arrebatarles todo el placer de la representación, como diciendo: escúchenme Vds. lo que yo les explique, porque no son Vds. capaces de comprenderlo.


En otro tiempo se palmoteaba francamente al actor de talento; pero hoy, el amor propio de estos señores ha tomado un rumbo muy seguro para adquirirse los honores sin el trabajo de merecerlo.
 
Los teatros tienen sus apasionados; éstos se reúnen en los sitios más preferentes y forman una guerra exclusiva, y el artista moderno aguarda pacientemente la tronada de los aplausos para proseguir su papel; pero aunque este premio lisonjero sea debido al talento, acostumbraos a no palmotear jamás. Bien veo que se me dirá que es muy penoso no manifestar su satisfacción al actor que acaba de alegrarnos o enternecernos; pero la falta ésta, respecto a un hombre sensato, en las intrigas que suele haber en el particular para no querer confundirse con los aplaudidores asalariados.

El uso más fino que el del palmoteo es el decir: "bravo, muy bravo, bravísimo, y muy bien, grandemente".

Fuente: Protocolo.org

jueves, 4 de julio de 2013

Reglas para ser un perfecto caballero victoriano

El siguiente extracto proviene de un libro publicado hace más de 100 años y titulado "La guía de un caballero de etiqueta". Lo escribió en 1875 Cecil B. Hartley y sus reglas para ser un perfecto caballero (victoriano) pueden seguir vigentes hoy en día aunque algunos puntos nos resulten graciosos. Veamos algunos:
 
1. Conserve, si quiere, una opinión política determinada, pero no la haga desfilar en todas las ocasiones, y, sobre todo, no trate de forzar a los demás a que estén de acuerdo con usted. Escuche con calma otras ideas sobre los mismos temas, y si no se ponen de acuerdo, difiera cortésmente.
 
 
2. Nunca interrumpa a alguien que está hablando. Es bastante desagradable suministrar un nombre o una fecha sobre la que otro vacila, a menos que se le pide que lo haga. Otro grave infracción de la etiqueta es anticipar el punto de una historia que otra persona está recitando.

3. Es de mala educación bostezar durante el largo discurso de otra persona, y grosero mirar un reloj, leer una carta, mirar las hojas de un libro, o cualquier otra acción que muestre que uno está cansado.
 
4. En una conversación general, no trate nunca de elevar su voz para ahogar la de otro. Nunca asuma un aire de soberbia, ni hable de una manera dictatorial; deje que su conversación sea siempre amable y franca, libre de toda afectación.
 
 
5. No hable de su propio negocio o profesión en sociedad, a menos que se le pida hacerlo. Hacerlo por propia iniciativa limita su conversación enteramente al tema o ejercicio que es su especialidad y eso resulta vulgar.
 
6. En un conflicto, si no se pueden conciliar las partes, retírese. Si se pone de parte de uno de los dos lados se buscará un enemigo o dos. 
 
 
7. Nunca, durante una conversación general, trate de concentrar la atención enteramente en sí mismo. Es grosero entrar en una conversación de grupo para luego hablar sólo de uno mismo.
 
8. Un hombre de verdadera inteligencia y de mente cultivada es generalmente modesto. Aunque sienta que sus habilidades intelectuales están por encima de los que le rodean, no trate de hacer que sus compañeros sientan inferioridad, ni trate de mostrar esta ventaja sobre ellos. Hable con franca sencillez los temas iniciados por otros, y trate de evitar comenzar otros que no se sienta inclinado a discutir. Todo lo que diga debe estar marcado por la cortesía y deferencia a los sentimientos y opiniones de los demás.
 
 
9. Ser un buen oyente es tan indispensable como ser un buen orador. Al hablar de sus amigos, no compare unos con otros. Evite en la conversación todos los temas que puedan herir a los ausentes. Un caballero nunca calumnia o escucha calumnias.
 
10. Nunca hará notar si otros cometen errores en el lenguaje. Si usted es un profesional o científico, evite el uso de términos técnicos. Son de mal gusto, ya que muchos no entienden.


11. Tenga cuidado en la sociedad de no hacer nunca el papel de bufón, porque pronto se le conocerá como un hombre "divertido" y peligrará su dignidad, pues quedará expuesto a la censura y a la burla.

12. Evite jactarse de su dinero, influencias o lujos. Es de muy mal gusto, así como utilizar frases con doble sentido o hablar públicamente sobre los asuntos de la familia.
 
13. Evite el chisme. En una mujer es detestable, pero en un hombre, es absolutamente despreciable.

14. Evite la adulación. Un elogio delicado es permisible en la conversación, pero la adulación para las personas sensatas, es repugnante. Si halaga a sus superiores, desconfiarán de usted y pensarán que tiene algún fin egoísta. Si halaga a las damas, le despreciarán, pensando que no tienen otro tema de  conversación.
 
Bibliografía: "A Gentleman’s Guide to Etiquette" by Cecil B. Hartley (1875)

sábado, 9 de febrero de 2013

Recetas de cocina del siglo XIX

Aprovechando que estos días se ha celebrado el gastrofestival en Madrid, ¿por qué no mencionar algunas recetas surgidas o usadas en el siglo XIX? Si os atreveis a cocinarlas y a comerlas, esperamos vuestros comentarios. ;)
 
La olla podrida, el plato preferido de Isabel II: En relación a la dieta, en nuestro país el plato nacional era el puchero o cocido, más conocido como la olla. Se consideraba la comida típica de todas las familias, desde la aristocracia hasta las clases populares. Según Fernando Díaz-Plaja era el “plato diario” que, en la ocasión del cumpleaños del dueño de la casa, iba acompañado de otros. Si el guiso se enriquecía con jamón, aves, embutidos y carne de carnero tenemos la “olla podrida”, uno de los platos preferidos en el Palacio Real de Madrid que Isabel II lo tomaba con frecuencia y ofrecía este menú en algunos banquetes oficiales. Suele admitirse que el nombre procede de olla poderida (poderida en el sentido de olla de los poderosos, o bien refiriéndose a los ingredientes poderosos que lleva o porque sólo los pudientes podían acercarse a este plato, cuando el pueblo debía conformarse con hierbas del campo y verduras. La e habría desaparecido por procesos de evolución de la lengua). Su ingrediente principal es la alubia (judía) roja, siendo especialmente apreciada si se elabora con la exquisita alubia roja de Ibeas (Burgos). Las alubias se hacían tradicionalmente en olla de barro durante varias horas (de ahí su nombre) hasta que quedaban blandas. A la olla se le añaden los siguientes ingredientes cárnicos «poderosos»: morcilla de Burgos, chorizo, el resto de productos suelen ser adobados, curados y ahumados como, costilla, panceta oreja y morro del cerdo o pezuñas.
 
Como curiosidad, en la olla podrida se sirven primero las verduras en el plato, después la carne y por último el caldo, que debe estar caliente.



El lechuguino y su “bistec”: Esta corriente gastronómica popular coexistió con otra más afrancesada que se introduce en España durante la segunda mitad del siglo XIX, después de la boda de Napoleón III con Eugenia de Montijo. Se introducen términos como menú, consommé, foie-gras o entremets. El lechuguino, hombre de moda en el XIX, adinerado y que despreciaba profundamente lo español fue el principal defensor de esta corriente. Come tarde porque se levanta tarde y desprecia profundamente las costumbres nacionales. Así lo contaba Larra en “No más mostrador”:

“Bernardo: Sí, señor; no me gusta levantarme por la mañana; almuerzo mi “bistec” o “rosbif” a la inglesa; como por la noche a la francesa…
Bibiana: ¿No comerá usted cocido nunca?
Bernardo: Señora…, cocido… ¡jamás!”



Esta influencia francesa trajo consigo una reacción “nacionalista” gastronómica, de manera que comenzaron a potenciarse platos como:

El “arroz a la valenciana”:

Ingredientes:

- 1/2 kilo de Almejas con sus conchas
- 1 Pollo grande cortado tipo paella
- 2 cucharadas de jugo de limón
- 1/4 taza de aceite
- 200 gramos de Calamares en rodajas
- 100 gramos de vainitas picadas en trocitos
- 2 pimentones, 1 verde y 1 rojo, en cuadritos
- 1 taza de tomate, picada en cuadritos, sin piel y sin semillas
- 2 tazas de Arroz
- 3 tazas de caldo
- 150 gramos de guisantes
- 1/2 kilo de Camarones pelados y desvenados
- Sal, Pimienta y azafrán al gusto

Preparación:

Lave muy bien las almejas para retirar la arena. En una olla con un poco de Agua hirviendo cocine las almejas durante unos cuantos minutos. Retire y guarde el líquido de cocción. Sazone el pollo con el jugo de limón, sal y pimienta. En una paellera, dore el pollo por todos los lados, adicione los calamares y saltee durante 3 minutos. Retire de la sartén el pollo y los calamares y en la misma sartén sofría a fuego medio durante 5 minutos las vainitas, los pimentones y el tomate. Revuelva el pollo y los calamares a la sartén. Mida el líquido de la cocción de las almejas y ajuste con caldo caliente hasta tener 3 1/2 tazas, añádalo y sazone con azafrán, sal y pimienta. A fuego alto haga hervir y adicione el arroz y los camarones. Mezcle, haga hervir de nuevo y cocine durante 5 minutos. Baje el fuego a medio y continúe la cocción por 20 minutos. Agregue los guisantes, revuelva suavemente, coloque encima las almejas. Retire, cubra con papel aluminio. Deje reposar 5 minutos y sirva.
 



El “bacalao a la vizcaína”:

Ingredientes para 4 / 6 personas
8 trozos de lomo de bacalao desalado preferiblemente de bacaladas que pesen alrededor de 1500 gr. cada una
3 dl. de aceite de oliva
5 dientes de ajo
700 gr de cebollas rojas
700 gr. de tomates
3 pimientos morrones
3 pimientos choriceros secos
dos rebanadas de pan tostado
Tiempo de realización 1 hora

Preparación
 
Desalar previamente el bacalao. Escamar, quitar las espinas y secar con un paño limpio. Poner en una cazuela o sartén un decilitro de aceite y dos dientes de ajo pelados y partidos por la mitad. Llevar a fuego lento. Cuando empiecen a tomar color los ajos se retiran. Se añade a ese aceite todas las cebollas peladas y cortadas en juliana, menos una. Una vez frita y dorada la cebolla ( alrededor de 20 minutos a fuego suave) se añade la mitad de los tomates, pelados, sin pepitas y picados. Se deja sofreír despacio todo el conjunto. En otra sartén se frie una cebolla pequeña bien picada, luego se agregan el resto de los tomates, cortados en trozos grandes, los pimientos morrones, los choriceros previamente remojados en agua y las rebanaditas de pan tostado, se deja cocer y cuando esté todo tierno se pasa el conjunto por el pasapurés. La salsa resultante se agrega al tomate y a la cebolla que anteriormente hemos preparado y se mezcla todo. Se pone una cazuela o sartén a fuego medio con el 1/4 de litro de aceite y 3 dientes de ajo cortados a láminas. Cuando empiezan a dorarse se retiran los ajos y se introducen los lomos de bacalao con la piel hacia arriba. Es conveniente que el bacalao esté muy seco, si tiene algo de agua el aceite empezará a saltar. Puede también enharinarlos ligeramente. Cuando empiezan a encogerse, les da la vuelta, siempre teniendo en cuenta, se deben cocer, pero no freír. No los haga demasiado, porque terminarán de hacerse con la salsa. En una cazuela de barro o en una fuente de porcelana que resista al fuego, pone una capa de salsa en el fondo, sobre ella coloca los lomos de bacalao y los cubre con la salsa restante. Lo lleva al fuego durante 5 a 8 minutos moviendo la cazuela constantemente de forma rotatoria o en vaivén y sin brusquedades. Antes de servirlo lo deja reposar unos 10 minutos.



Así mismo os ofrecemos el recetario que el Museo del Romanticismo ofrece para dandies y damiselas. http://museoromanticismo.mcu.es/web/archivos/documentos/recetarioromantico_media.pdf ¡Que os aproveche! ^_^