jueves, 3 de abril de 2014

La tuberculosis, una enfermedad nada romántica

Si una enfermedad aterraba a la sociedad victoriana del siglo XIX, junto con la sífilis, era la tuberculosis, más conocida como tisis o consunción.


Es una enfermedad infecciosa, causada por una micobacteria y puede afectar a distintos órganos, siendo el más conocido el pulmón (también puede atacar a los huesos) y relativamente fácil de diagnosticar: fiebre a última hora de la tarde, sudoración abundantísima (sobre todo por la noche) y el llamado síndrome general o de las tres A, (astenia, anorexia y adelgazamiento). Más adelante aparece la expectoración acompañada de sangre (hemoptisis).
 
 
Se sabe que es una de las enfermedades que ha convivido con la humanidad casi desde los orígenes de la civilización, aunque apenas hay registros de su incidencia hasta el siglo XVIII. Parece que esta época fue el periodo de mayor extensión, sobre todo si tenemos en cuenta cómo se propaga, muy parecida a la gripe y las condiciones en que vivía la gente (hacinamiento, frío, mala alimentación, jornadas de trabajo "esclavistas"). Otra teoría muy curiosa e interesante habla de competencia entre especies. Parece ser que la bacteria causante de la lepra es prima hermana de la que causa la tuberculosis. Durante la Antigüedad y la Edad Media ambas conviven, com mayor prevalencia de la lepra. Después, por mejor adaptabilidad, será la tisis la que permanezca, arrinconando a la lepra.
 
 Los términos que se usan para denominarla en casi todas las sociedades hacen referencia a las acciones de "secar" o "consumir".

 

Dos imágenes distintas de Charlotte Bronson: la de la izquierda, realizada hacia 1850, muestra a la joven en perfecto estado de salud a la edad de 18 años. Poco tiempo después contrajo la tuberculosis dejándola con la apariencia que recoge el retrato de la derecha. Murió en 1856 a consecuencia de ella.
 
La clínica de la tuberculosis, palidez, cansancio, adelgazamiento y "consunción", en una época donde triunfan unos canones estéticos que coinciden en gran medida con esta clínica, concederá a la tisis un aura romántica muy marcada. Si sumamos el tratamiento que recibían los enfermos que podían pagarlo, tendremos una imagen muy clara del movimiento "romántico". Cuando se diagnosticaba un caso de TBC (con estas siglas nos referimos actualmente a la TuBerCulosis) el médico recomendaba cambiar de aires, generalmente más cálidos. Depende de la moda, unas veces iba bien la montaña (por ejemplo aquí en España) y otras veces se recomendaba la costa. Solían ingresar en sanatorios específicos para este mal, juntándose al final un número importante de personas relevantes socialmente. Dado que no podían trabajar y que la mayoría procedían de ambientes elevados, se propaga la creencia de que su padecimiento provoca "raptos" de creatividad o euforia denominados "Spes phtisica", más intensos a medida que la enfermedad avanza, hasta el punto de producirse una fase final de creatividad y belleza supremas justo antes de la muerte. Todo ello nos muestra una forma de vida ociosa y elitista que favorece en ocasiones el impulso creativo y que aleja a los artistas aún más de toda responsabilidad familiar o social. Ejemplos de artistas muertos a causa de la tuberculosis serían Chopin, Chejov, Moliere o las hermanas Brönte.


Afortunadamente, el desarrollo de la farmacopea tras el descubrimiento de los antibióticos frenó, en el siglo XX, su avance después de haber sido una plaga que mató en los siglos XVIII y XIX en que ya se tienen censos poblacionales, a cientos de miles de personas al año. Algunas personas pudieron sobrevivir, pero desde luego las menos. En lo referente a los sanatorios en la montaña, hasta el descubrimiento de los microorganismos patógenos hubo teorías para todos los gustos. Una de las más extendidas decía que el problema radicaba en las presiones del corazón, que no podía bombear bien la sangre. Por ese motivo, vivir en sitios de altitud mejoraría la enfermedad.
 
El más macabro de los tratamientos, y curiosamente muy extendido, consistía en beber sangre. Los enfermos se acercaban a los mataderos de ganado para recoger sangre. Tristemente, en toda Europa, España incluída, mucha gente estaba dispuesta a dar un paso más por conseguir la sanación, de ahí los sacauntos, sacamantecas y "chuchonas", personajes que hoy solo sirven para asustar a los niños, pero que antes de la guerra civil se dedicaban a secuestrar niños, pobres en general, para asesinarlos y sacarles la sangre y "las mantecas" o "untos", como la famosa vampiresa de Barcelona.

4 comentarios:

Pemento Sanders dijo...

¿Al matadero o al Sanatorio Internacional Berghof? Difícil decisión.
No conocía a la vampiresa de Barcelona, muy interesante.

Anacrónicos Recreación Histórica dijo...

¡Muy difícil decisión! XDD

Barcelona, como otras muchas ciudades españolas, tiene una gran cantidad de personajes interesantes. A ver si podemos hacer un compendio y presentarlos en el blog. ;)

Pemento Sanders dijo...

Me quedo con la promesa de la entrada de la España macabra. Que no falte mi paisano Romasanta. Un saludo, Á.

Anacrónicos Recreación Histórica dijo...

Hay muchos post que estamos preparando. No prometemos nada pero sería interesante dedicarle una mención a esa España macabra y a sus personajes.

Un saludo. ^_^