domingo, 14 de enero de 2018

Las bibliotecas en el siglo XIX

La aparición de las bibliotecas públicas a comienzos del siglo XIX se debió sobre todos los países anglosajones, a Inglaterra y a Estados Unidos principalmente, con la intención de que no solamente las clases adineradas, ilustradas, clero y científicos pudieran acceder a la cultura, sino abrirla a cualquier estamento social que estuviese ávido de conocimiento y hubiese aprendido las letras del abecedario.


Para formar tanto profesional como moralmente, junto a las bibliotecas parroquiales se fundan las primeras bibliotecas públicas, aunque al comienzo sin muchos volúmenes porque eran escasos los libros que llegaban a las colonias. En Estados Unidos, la 1ª que abrió sus puertas fue en 1833 en Peterborough (de pago), seguida en 1854 de la de Boston (ya de manera gratuita) aunque realmente el crecimiento numérico tuvo lugar tras la Guerra de Sucesión Americana (1861-65) y eclosionando en la figura de Andrew Carnegie, un benefactor que donó una considerable suma de dinero para la construcción, a comienzos ya del s. XX de más de 2.500 bibliotecas en países de habla inglesa. A cambio, las ciudades sólo debían contribuir en su mantenimiento.



En Iberoamérica, las bibliotecas se formaron con fondos procedentes de las misiones jesuitas pero con la independencia de los diferentes países, cada una abre su cultura al pueblo que la acoge. Así, la Biblioteca Nacional Argentina fue creada en 1810 en Buenos Aires; en 1821 la Biblioteca Nacional de Perú en Lima; en 1825 la de Brasil y en 1884 la de Méjico.

Cruzando el charco y al otro lado, entre Europa y Asia, la biblioteca pública e imperial de San Petersburgo abrió sus puertas a finales del s. XIX, con varios fondos de bibliotecas incautadas. La Biblioteca Nacional de Moscú abrió en 1862. En España, la Biblioteca Nacional, tras muchas vicisitudes y cambio de sedes, se inauguró públicamente en el edificio actual en 1896. 


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