viernes, 20 de abril de 2018

Grandes escándalos en la literatura española del siglo XIX

Que la literatura es ficción pero también realidad no es nada nuevo. Los escritores se han basado en su propia imaginación y en lo que han vivido y visto para desarrollar sus historias y el siglo XIX dio grandes escándalos en la literatura española. Estos episodios, enmascarados con más o menos realismo (hemos de recordar que la libertad de expresión es un derecho relativamente actual y que la censura vivía junto al tintero del periodista y del escritor), aseguraban la pervivencia de los personajes que conmocionaron a la sociedad. La novela permitía nombres y hechos “ficticios” en una realidad que los lectores de la época identificaban fácilmente, creando una sátira social, Grandes representantes de estos escándalos sociales fueron Flaubert por su Madame Bovary (1857), Baudelaire con Las flores del mal (1857) y sobre todo Émile Zola, padre del naturalismo francés, cuando publicó Nana (1880), protagonizada por una prostituta y poniendo por escrito todos los secretos de alcoba en una sociedad de lo más puritana y moralista.




En la España isabelina en la que la reina casó con su primo Francisco de Asís, de cuestionada masculinidad (su homosexualidad se dejaba entrever en La chula. Historia de muchos, 1870 de Fco. De Sales Mayo), se hablaba a voces de las aventuras de la joven monarca (se publicó la famosa Maía o la hija de un jornalero en 1845 de Wenceslao Ayguals de Izco). De manera velada y anónicamente se publicaron chistes, canciones y hasta acuarelas de Los Borbones en pelotas, atribuidas a los hermanos Bécquer.




Más allá de palacio, con la liberalización que supuso la Ley de Imprenta de 1883, comenzaron a publicarse sin pudor aquello que a la sociedad escandalizaba pero devoraba leer. “Hablemos del escándalo…” comenzaba diciendo Pardo Bazán en su ensayo sobre el movimiento literario liderado por Zola en 1882. El mayor alboroto de las letras españolas sin embargo vino con la publicación de La Prostituta (1884) de López Bago, volumen que se requisó nada más editarse aunque se podía conseguir clandestinamente. Al autor se le somete a diferentes juicios y cuando finalmente el tribunal le absuelve al declarar que “la inmoralidad existe como acto pero no es delito relatarla”, se suceden numerosas novelas que denuncian los abusos sexuales, la depravación de algunos sacerdotes o el liberalismo sexual entre nobles en los prostíbulos.

El último tercio del siglo XIX supuso la liberalización de los autores españoles para criticar y poner de manifiesto una sociedad hipócrita. “El escándalo” (1875) de Pedro Antonio de Alarcón o “Pequeñeces” de Coloma (1891) denuncian las depravaciones de la clase aristocrática y que entre líneas, los lectores pueden ver a condes o duquesas de la época (como Antonia Domínguez, esposa del general Serrano). “La mujer de todo el mundo” (1885), “Los maricones, novela de costumbres” (1885) y “Carne de nobles” (1887) sigue la misma estela.


Más jugoso entre los lectores de la época fue “¿Loco o delincuente”? (1890), novela que se centraba en un preso acusado de matar a su esposa y que estaba basado en un hecho real acontecido en 1888 en el que el marido, adúltero, mata a su esposa, también adúltera. No obstante, en esta novela no se pone en duda la cuestión moral de él, sino la de ella, que debe mantenerse fiel y leal al cónyuge, alzándose algunas voces como que el resultado (el asesinato) había sido justo por la actitud deshonrosa de la dama ante el marido. 

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