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miércoles, 23 de octubre de 2019

Sorteo de postales de Navidad

Se aproxima la Navidad y queremos que todos participéis en ella de manera especial. Es por eso que os proponemos un sorteo muy especial:

El concurso: Consiste en enviarnos a anacronicos.recreacion.historica@gmail.com una postal de Navidad elaborada por vosotros. Se aceptan hasta un máximo de dos por persona y éstas pueden ser dibujadas, pintadas, recortadas, fotomontaje... pero tiene que tener como motivo principal la Navidad y un guiño al pasado (si no os sentís inspirados, os invitamos a ver las realizadas en años anteriores ). La tarjeta ganadora servirá para felicitar las fiestas a todos nuestros amigos a través de las redes sociales.

Quiénes pueden participar: Todos aquellos que:

- residan en territorio nacional (lo lamentamos por aquellos que nos seguís desde el extranjero pero la economía para el envío del regalo no es muy boyante),

- nos tengan agregados a su twitter, Facebook o Instagram, nos siguen en el blog o sean miembros del foro.

Fechas: Podeis enviarnos vuestras postales de Navidad hasta el domingo 1 de Diciembre. Una vez transcurrido este periodo se valorarán las postales candidatas y se seleccionará un ganador poniéndose en contacto con él a través del correo electrónico proporcionado para enviarnos su postal.

El premio: Como es Navidad y gracias a la generosidad de Editorial De Época sorteamos no uno, sino dos títulos de misterio para leer en estas fiestas. Se trata de "Crimen en la posada Arca de Noé" de Molly Thynne y "Asesinato en la Mansión Darwin" de Marion Harvey, ambas ilustradas que harán las delicias de todo aficionado a las novelas policiacas al más puro estilo de Ágatha Christie. ¿Sereis capaces de descubrir a los misteriosos asesinos?...

¡Esperamos vuestras postales!

miércoles, 22 de mayo de 2019

"Tras la máscara" de Louisa May Alcott

En mayo del 2018 la editorial D'Epoca trajo a las librerías un nuevo título que llamaba la atención: "Tras la máscara", escrita por Louisa May Alcott (sí, la misma de "Mujercitas") en 1866, mismo año en el que se desarrolla la acción. 

La novela, ilustrada por Cassell's Magazine nos adentra en la aristocrática mansión de los Coventry, en Inglaterra, adonde llega la Srta. Jean Muir como institutriz. En sí la trama no parece llamar demasiado la atención si no fuera porque la riqueza de la obra, además de estar publicada por una editorial que es sinónimo de calidad y buen gusto, es la de profundizar en los personajes, convirtiéndose así en un thriller psicológico que poco a poco te atrapará hasta la última página. 
En una sociedad victoriana donde se regía por los convencionalismos, la autoridad del hombre y las reglas estereotipadas y encorsetadas de conducta surge esta antiheroína que esconde mucho más de lo que muestra y que tras su máscara (física y psicológica) esconde a una criatura fría, calculadora y que no se detendrá hasta conseguir su propósito. 

Hay que recordar que Alcott es americana y aunque la novela se desarrolle en Inglaterra, el personaje de Muir es muy poco inglés. Sus actitudes e intenciones son más propias de alguien de al otro lado del charco, pues bajo los tintes moralistas de la época, a todas vistas la actitud de la protagonista es del todo censurable a pesar de que rija bajo el pensamiento de la protagonista el lema "el fin justifica los medios". 

Esta joya olvidada de Alcott no os dejará indiferente. Su lectura es rápida, sencilla y corta, muy lejos de la obra que la empujó a la fama. 

viernes, 20 de abril de 2018

Grandes escándalos en la literatura española del siglo XIX

Que la literatura es ficción pero también realidad no es nada nuevo. Los escritores se han basado en su propia imaginación y en lo que han vivido y visto para desarrollar sus historias y el siglo XIX dio grandes escándalos en la literatura española. Estos episodios, enmascarados con más o menos realismo (hemos de recordar que la libertad de expresión es un derecho relativamente actual y que la censura vivía junto al tintero del periodista y del escritor), aseguraban la pervivencia de los personajes que conmocionaron a la sociedad. La novela permitía nombres y hechos “ficticios” en una realidad que los lectores de la época identificaban fácilmente, creando una sátira social, Grandes representantes de estos escándalos sociales fueron Flaubert por su Madame Bovary (1857), Baudelaire con Las flores del mal (1857) y sobre todo Émile Zola, padre del naturalismo francés, cuando publicó Nana (1880), protagonizada por una prostituta y poniendo por escrito todos los secretos de alcoba en una sociedad de lo más puritana y moralista.




En la España isabelina en la que la reina casó con su primo Francisco de Asís, de cuestionada masculinidad (su homosexualidad se dejaba entrever en La chula. Historia de muchos, 1870 de Fco. De Sales Mayo), se hablaba a voces de las aventuras de la joven monarca (se publicó la famosa Maía o la hija de un jornalero en 1845 de Wenceslao Ayguals de Izco). De manera velada y anónicamente se publicaron chistes, canciones y hasta acuarelas de Los Borbones en pelotas, atribuidas a los hermanos Bécquer.




Más allá de palacio, con la liberalización que supuso la Ley de Imprenta de 1883, comenzaron a publicarse sin pudor aquello que a la sociedad escandalizaba pero devoraba leer. “Hablemos del escándalo…” comenzaba diciendo Pardo Bazán en su ensayo sobre el movimiento literario liderado por Zola en 1882. El mayor alboroto de las letras españolas sin embargo vino con la publicación de La Prostituta (1884) de López Bago, volumen que se requisó nada más editarse aunque se podía conseguir clandestinamente. Al autor se le somete a diferentes juicios y cuando finalmente el tribunal le absuelve al declarar que “la inmoralidad existe como acto pero no es delito relatarla”, se suceden numerosas novelas que denuncian los abusos sexuales, la depravación de algunos sacerdotes o el liberalismo sexual entre nobles en los prostíbulos.

El último tercio del siglo XIX supuso la liberalización de los autores españoles para criticar y poner de manifiesto una sociedad hipócrita. “El escándalo” (1875) de Pedro Antonio de Alarcón o “Pequeñeces” de Coloma (1891) denuncian las depravaciones de la clase aristocrática y que entre líneas, los lectores pueden ver a condes o duquesas de la época (como Antonia Domínguez, esposa del general Serrano). “La mujer de todo el mundo” (1885), “Los maricones, novela de costumbres” (1885) y “Carne de nobles” (1887) sigue la misma estela.


Más jugoso entre los lectores de la época fue “¿Loco o delincuente”? (1890), novela que se centraba en un preso acusado de matar a su esposa y que estaba basado en un hecho real acontecido en 1888 en el que el marido, adúltero, mata a su esposa, también adúltera. No obstante, en esta novela no se pone en duda la cuestión moral de él, sino la de ella, que debe mantenerse fiel y leal al cónyuge, alzándose algunas voces como que el resultado (el asesinato) había sido justo por la actitud deshonrosa de la dama ante el marido. 

martes, 2 de mayo de 2017

Jane Austen en la Fundación Juan March de Madrid

La programación de la Fundación Juan Marcha de Madrid nos acerca en su ciclo de conferencias al personaje de Jane Austen, comentando su vida, su obra y su tiempo. Para todos aquellos que estén interesados en la escritora inglesa, en una de las plumas más importantes de la literatura anglosajona del siglo XIX, las conferencias tendrán luhar el 25 y el 30 de mayo en el Salón de actos de la Fundación, en a C/ Castelló 77 de Madrid. La hora de comienzo es a las 19:30. 


Para aquellos que no puedan asistir, se podrá seguir en directo en el Canal March. 

domingo, 26 de julio de 2015

Cuadro de costumbres. Los españoles pintados por sí mismos


El cuadro de costumbres es un subgénero propio del costumbrismo o literatura costumbrista en el que se describen, con frecuencia de forma satírica o nostálgica, los tipos y actitudes, comportamientos, valores, costumbres, vestidos,  y hábitos comunes a una profesión, región o clase representativos de una sociedad cualquiera.
En España destacaron en este estilo, los escritores Mariano José de Larra, Ramón Mesonero Romanos y Serafín Estébanez Calderón.

La denominación fue creada en Inglaterra por Richard Steele y Joseph Addison y pronto se traspasó a Francia, y a España.

De hecho "Los españoles pintados por sí mismos" se parece a la publicación francesa "Les français peint par eux-mêmes" (Los franceses pintados por sí mismos), de 1840-1842.






El volumen español fue publicado por Ignacio Boix (figura central en la edición de libros en  Madrid a mediados del siglo XIX) entre 1843-1844.
 
"Los españoles pintados por sí mismos" refleja los postulados románticos que exaltaban la manifestación de la personalidad y buscaban las raíces del sentimiento nacional en el arte. Además, refleja el resurgimiento de la xilografía, que, trabajada con la habilidad de los grabadores de esta época, permitía obtener sobre la madera efectos análogos a los que ofrecían el lápiz o la pluma sobre el papel.






Las xilografías son obra de Francisco Lameyer y Calixto Ortega, en colaboración con Leonard Alenza. Caricaturizan la forma de vestir y los trajes de la época en un estilo que muestra la influencia de la obra de Goya, Los caprichos. Ya en 1837 Ortega aparecía en las actas de la Real Academia de San Fernando, como un xilógrafo notable de aquel entonces. Realizó contribuciones significativas a una variedad de libros importantes, como el que aquí se muestra, Los españoles pintados por sí mismos. El texto del libro es de gran valor literario. Tiene una introducción y 99 artículos cortos de escritores contemporáneos, como Ramón de Mesonero Romanos, cuyos artículos son «La patrona de huéspedes» y «El pretendiente». Ambos están firmados con el seudónimo «El curioso parlante».







Esta obra tuvo tal repercusión, que surgieron otros textos imitando su estructura, como: "El álbum del bello sexo o las mujeres pintadas por sí  mismas" (1843), del que sólo aparecieron dos entregas, una de ellas compuesta por Gertrudis Gómez de Avellaneda y otra por Antonio Flores . "Los cubanos pintados por sí mismos (1852), "Los mejicanos pintados por sí mismos (1854), "Los valencianos pintados por sí mismos (1852), "Las españolas pintadas por los españoles" (1871-1872), obra en la que colaboraron Ramón de Campoamor y Benito Pérez Galdós. El ocaso de este género puede estar definido por los tomos "Españoles de hogaño" (1872) relativo al ambiente madrileño o "El álbum de Galicia. Tipos costumbres y leyendas (1897)

Si os apetece consultar este texto, y ver las estupendas xilografías podéis visitar la siguiente página:
https://archive.org/details/espanolespinta01madr

Y si queréis saber más sobre las  colecciones costumbristas:
http://publicaciones.ua.es/filespubli/pdf/LD8479080981522100.pdf

viernes, 19 de junio de 2015

El Romanticismo español

Por ironías de la vida, uno de los textos más icónicos del Romanticismo español fue escrito por uno de sus mayores detractores, Don Ramón de Mesonero Romanos. Este autor es conocido como uno de los grandes costumbristas de la ciudad de Madrid del siglo XIX. Vivió entre 1803 y 1882. De entre algunos de los datos más relevantes en su biografía destacan su alistamiento en la milicia nacional, su asistencia a la tertulia conocida como “El Parnasillo” junto con Espronceda o Larra y su participación en la Real Academia como miembro honorario y miembro de número.





El texto en cuestión es una crítica a la nueva corriente conocida como “Romanticismo”, a su estilo, formas, vestuario, etc. Aquí pueden leer un fragmento del artículo:
Y he aquí por qué un muchacho que por los años de 1811 vivía en nuestra corte y su calle de la Reina y era hijo del general francés Hugo, y se llamaba Víctor, encontró el romanticismo donde menos podía esperarse, esto es, en el Seminario de Nobles; y el picaruelo conoció lo que nosotros no habíamos sabido apreciar y teníamos enterrado hace dos siglos con Calderón; y luego regresó a París, extrayendo de entre nosotros esta primera materia, y la confeccionó a la francesa, y provisto como de costumbre con su patente de invención, abrió su almacén, y dijo que él era el Mesías de la literatura, que venía a redimirla de la esclavitud de las reglas; y acudieron ansiosos los noveleros, y la manada de imitadores (imitatores servum pecus, que dijo Horacio) se esforzaron en sobrepujarle y dejar atrás su exageración y los poetas transmitieron el nuevo humor a los novelistas; éstos a los historiadores; éstos a los políticos; éstos a todos los demás hombres; éstos a todas las mujeres; y luego salió de Francia aquel virus ya bastardeado, y corrió toda la Europa, y vino, en fin a España, y llegó a Madrid (de donde había salido puro), y de una en otra pluma, de una en otra cabeza, vino a dar en la cabeza y en la pluma de mi sobrino, de aquel sobrino de que ya en otro tiempo creo haber hablado a mis lectores; y tal llegó a sus manos que ni el mismo Víctor Hugo lo conociera, ni el Seminario de Nobles tampoco.
La primera aplicación que mi sobrino creyó deber hacer de adquisición tan importante, fue a su propia física persona, esmerándose en poetizarla por medio del romanticismo aplicado al tocador.

Porque (decía él) la fachada de un romántico debe ser gótica, ojiva, piramidal y emblemática.
Para ello comenzó a revolver cuadros y libros viejos, y a estudiar los trajes del tiempo de las Cruzadas; y cuando en un códice roñoso y amarillento acertaba a encontrar un monigote formando alguna letra inicial de capítulo, o rasguñado al margen por infantil e inexperta mano, daba por bien empleado su desvelo, y luego poníase a formular en su persona aquel trasunto de la Edad Media.

Por resultado de estos experimentos llegó muy luego a ser considerado como la estampa más romántica de todo Madrid, y a servir de modelo a todos los jóvenes aspirantes a esta nueva, no sé si diga ciencia o arte. Sea dicho en verdad; pero si yo hubiese mirado el negocio sólo por el lado económico, poco o nada podía pesarme de ello: porque mi sobrino, procediendo a simplificar su traje, llegó a alcanzar tal rigor ascético, que un ermitaño daría más que hacer a los Utrillas y Rougets. Por de pronto eliminó el frac, por considerarlo del tiempo de la decadencia, y aunque no del todo conforme con la levita, hubo de transigir con ella, como más análoga a la sensibilidad de la expresión. Luego suprimió el chaleco, por redundante; luego el cuello de la camisa, por inconexo; luego las cadenas y relojes; los botones y alfileres, por minuciosos y mecánicos; después los guantes, por embarazosos; luego las aguas de olor, los cepillos, el barniz de las botas, y las navajas de afeitar; y otros mil adminículos que los que no alcanzamos la perfección romántica creemos indispensables y de todo rigor.

Quedó, pues, reducido todo el atavío de su persona a un estrecho pantalón que designaba la musculatura pronunciada de aquellas piernas; una levitilla de menguada faldamenta, y abrochada tenazmente hasta la nuez de la garganta; un pañuelo negro descuidadamente anudado en torno de ésta, y un sombrero de misteriosa forma, fuertemente introducido hasta la ceja izquierda. Por bajo de él descolgábanse de entrambos lados de la cabeza dos guedejas de pelo negro y barnizado, que formando un bucle convexo, se introducían por bajo de las orejas, haciendo desaparecer éstas de la vista del espectador; las patillas, la barba y el bigote, formando una continuación de aquella espesura, daban con dificultad permiso para blanquear a dos mejillas lívidas, dos labios mortecinos, una afilada nariz, dos ojos grandes, negros y de mirar sombrío; una frente triangular y fatídica. Tal era la vera efigies de mi sobrino, y no hay que decir que tan uniforme tristura ofrecía no sé qué de siniestro e inanimado, de suerte que no pocas veces, cuando cruzado de brazos y la barba sumida en el pecho, se hallaba abismado en sus tétricas reflexiones, llegaba yo a dudar si era él mismo o sólo su traje colgado de una percha; y aconteciome más de una ocasión el ir a hablarle por la espalda, creyendo verle de frente, o darle una palmada en el pecho, juzgando dársela en el lomo. 

Si quieren leer el artículo completo, pueden hacerlo aquí: http://fenix.pntic.mec.es/recursos/lectores/clublectura/salalectura2.php?salalectura_id=149 

jueves, 7 de mayo de 2015

La literatura en la época victoriana

En el siglo XIX, uno de los principales intereses que tenían las damas y los caballeros era la lectura. Los victorianos mayoritariamente leían libros (las damas eran grandes consumidoras de novelas) y periódicos (lectura reservada solo a los caballeros, cuyos mayordomos se los planchaban para que se secara la tinta que seguía manchando). The Times, que se comenzó a publicar en 1785, era el periódico de mayor tirada y referencia a pesar de que era caro y sólo tenían acceso a él las clases altas.  Los impuestos a los que estaban sujetos los periódicos los convertían en publicaciones que, por su precio, no estaban al alcance de todos. La supresión de la tasa hizo que los periódicos se abaratasen y aparecieran nuevas publicaciones como The Daily Telegraph o el más sensacionalista Daily Mail.
 
Otra literatura que se consumió con asiduidad en los hogares victorianos fueron las revistas de moda (que las señoritas y sus madres seguían muy de cerca para conocer los últimos modelos que llegaban sobre todo de París), guías de viajes y revistas sensacionalistas (llamadas “penny dreadfuls”,  yq ue eran historias populares que tenían gran éxito entre la sociedad).






Con la llegada del ferrocarril se hizo posible una distribución del material de lectura por todo el país con rapidez.  Los kioskos propiedad de H.W. Smith, situados en las estaciones, proporcionaban a los lectores  las últimas ediciones de las publicaciones más esperadas.
 
Si la locomotora proporcionó rapidez en el reparto de periódicos y folletines, el gobierno de la reina Victoria se esforzó en acercar la educación a todas las clases sociales y no sólo a las más acomodadas. Las reformas didácticas llegaron a los menos favorecidos y permitían que niños y adolescentes que trabajaban de sol a sol pudieran luego ir regularmente a una escuela a aprender a leer, escribir y a hacer cuentas. A partir de aproximadamente 1850 aparecieron las publicaciones específicas para niños en forma de novelas o comics. Para los adultos se organizaban clases y reuniones para enseñarles lectura y escritura.


Con el fin de que las clases obreras accedieran a más cultura, las bibliotecas (cuyos horarios de apertura coincidían con sus horarios de trabajo por lo que les resultaba imposible visitarlas) incrementaron su horario de apertura y cierre y sus salas se llenaron de personas ávidas por aprender y leer.  
 
Una moda que revolucionó la literatura decimonónica fue el sistema de la novela por entregas, esto es, que autores populares (de la talla de Charles Dickens por ejemplo) editaban sus obras publicando capítulos mensuales o semanales en revistas que eran esperadas con ansiedad por lectores. El final de cada episodio finalizaba con un giro inesperado o sorpresa con la intención de tener lectores adictos a su lectura.


En un mundo eminentemente masculino, algunas novelistas lograron publicar sus obras bajo pseudónimo varonil, como fue el caso de las hermanas Brönte o Mary Anne Evans (a la que todos conocemos como George Eliot) o bien animadas por sus maridos, como Elizabeth Gaskell. Sus novelas convivieron con las de Wilkie Collins y posteriormente con otros genios de la literatura inglesa victoriana como el realista Thomas Hardy, el padre de Sherlock Holmes Sir Arthur Conan Doyle, Robert L. Stevenson o Lewis Carroll.  
 
Sin duda, las artes en la era victoriana nos han dejado un legado tan colosal que sigue vigente y actual hasta nuestros días.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El anillo subastado de Jane Austen

Las subastas están de moda. Si hace unos meses os anunciábamos que había salido al mercado de antigüedades el anillo de compromiso que Napoleón Bonaparte le había regalado en 1796 a Josefina, hoy os anunciamos la historia de un anillo subastado que había pertenecido a Jane Austen, la autora de novelas inolvidables como "Orgullo y prejuicio", "Sentido y sensibilidad" o "Emma".

 
El anillo de oro, con una inserción de turquesa, con una estimación de 170.000 euros, fue vendido en Sotheby's por más de 200.000 dólares en Dublín en el 2012, adquiriéndolo la cantante estadounidense Kelly Clarkson.
 
Se desconoce la verdadera historia de este anillo, si bien es verdad que una de las versiones que circula en torno a él es que fue un regalo que le hizo el joven irlandés Tom Lefroy, quien estaba enamorado de la escritora británica. No obstante, en ninguna de sus cartas (Misivas publicadas por la Editorial D'Epoca ) menciona la sortija, por lo que  podría haber sido regalo de su hermano mayor Henry. Lo que sí es seguro es que después de la muerte de la novelista, lo heredó su hermana Cassandra, quien se lo regaló a la prometida de Thomas Austen, Eleanor, que a su vez se lo regaló a su sobrina Jane acompañado de una nota que decía:

"Este anillo perteneció a tu tía Jane. Después tu tía Cassandra me lo regaló, cuando ella se enteró de mi compromiso con tu tío y ahora yo te lo confío a ti. Que Dios te bendiga."
La nota también fue subastada.


Un año después de esta adquisición, el anillo ha vuelto a salir en subasta en septiembre del 2013. El museo de Jane Austen, en el condado de Hampshire ha conseguido hacerse con la pieza gracias a una colecta popular. La casa museo de Chawton, donde vivió la escritora los últimos ocho años de su vida y donde escribió sus seis novelas, ha conseguido reunir las 150.000 libras (170.000 euros) para adquirir el anillo mediante el crowdfunding. Gracias a estas donaciones particulares ha conseguido comprarle en anillo a Kelly Clarkson y ya prepara su exposición pública.


Es muy raro que salgan objetos personales de la autora de "Orgullo y prejuicio", de ahí que el museo lo quisiera a toda costa y que el gobierno británico lo considerara inexportable para que se quedara en el país. La cantante Kelly Clarkson se ha mostrado contenta de que la joya se quede en Inglaterra y que pueda ser contemplado por los admiradores de la escritora. Por otro lado, el museo cuenta con otras dos joyas de Jane Austen: un brazalete de turquesas y una cruz de topacio.

sábado, 5 de enero de 2013

Editorial dÉpoca

Tal y como os prometimos, en este primer post del año os vamos a hablar de una Editorial que acabamos de descubrir y que nos tiene totalmente fascinados: dÉpoca


                           


Capítulo I: El origen y la creación:

Erase una vez una niña que creció siendo la literatura su sueño, que maduró entre libros antiguos y que se dio cuenta de que podía leer en otros idiomas. Esta es la historia de una jovencita que descubrió que existían libros olvidados, que hay autores malditos que nunca han sido traducidos al castellano o cuyas ediciones son tan antiguas que son imposibles de encontrar. El primer capítulo de esta historia nos habla de que junto a su hermana y su marido han comenzado a rescatar tesoros que nunca fueron editados o que están descatalogados del s. XVIII, sobre todo del s. XIX y de principios del s. XX. Esta narración de época nos conduce a la creación de su editorial, familiar, pequeña pero muy entrañable y encantadora, con la que ya llevan publicadas hasta la fecha varios volúmenes.



Capítulo II: El renacimiento de los libros olvidados:

Su lema es que hay libros cuyo espíritu nunca muere siendo su filosofía editorial impulsar la renovación de clásicos universales recuperados devolviendo a las librerías obras selectas en ediciones exquisitas, principalmente de los siglos XVIII, XIX y principios del siglo XX.

Sus miembros aspiran a ser un nuevo renacer de estos libros, singularmente de aquellos que nunca fueron editados en España, y de los que desaparecieron, recuperando autores del Romanticismo, Realismo y Naturalismo francés, alemán, italiano, anglosajón, ruso..., prestando especial atención a la literatura victoriana. Editorial dÉpoca, además, aspira a ofrecer ediciones muy cuidadas y con un importante valor añadido a la obra tanto en sus prólogos como en los postfacios. Los miembros de dÉpoca son conscientes de los valores de eternidad que cada obra encierra, de manera que ponen toda su ambición en dar a sus ediciones la máxima garantía de perdurabilidad.



Capítulo III: Un viaje desde el pasado al futuro:

Su colección se divide en:

TESOROS DE ÉPOCA Joyas clásicas, recuperadas o inéditas, principalmente del Romanticismo, Realismo, Naturalismo... con especial atención a la literatura victoriana. LA PRINCESA TARAKANOVA de GP Danilesvsky y RUTH de Elizabeth Gaskell ya han sido publicadas y pronto vendrán nuevos títulos.

                                

LETTERE DE ÉPOCA Correspondencia, obra epistolar y biográfica de reconocidos autores del siglo XVIII y XIX. Las CARTAS de Jane Austen es su obra cumbre, recogiendo las 161 misivas de la autora de "Orgullo y prejuicio" o "Sentido y sensibilidad".



MISTERIOS DE ÉPOCA. Joyas clásicas recuperadas o inéditas enmarcadas específicamente por su temática como novelas de intriga y misterio. 

 El sueño de estos editores se ha hecho realidad al sacar adelante con trabajo y esfuerzo los primeros frutos de su empeño. También han cumplido la ilusión de los lectores que ardemos en deseos de poder vivir esas aventuras e historias que antes se nos tenían vetadas por inexistentes o descatalogadas. Si tú también eres de los que te gusta el olor de los libros olvidados, súbete al tren de esta editorial, síguelos en su catálogo, conoce y comparte con tus amigos su distribución y siéntete en la gloria disfrutando de estas joyitas ya a nuestro alcance en esta época.