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jueves, 10 de septiembre de 2020

El Museo Cerralbo

Si todavía no conoceis el Museo Cerralbo de Madrid, os invitamos a pasear por su palacio, por sus salones, a viajar en el tiempo por las estancias que acogieron a la nobleza y aristocracia de principios del siglo XX. Más información en la web del Museo.



jueves, 19 de enero de 2017

La Belle Époque

Hay muchas veces que en Arte o en Moda usamos el término “victoriano”, “eduardiano” o “Belle Époque” para designar a un periodo histórico concreto. Si las dos primeras acepciones provienen del inglés y abarcan en el caso del primero el reinado de la reina Victoria (1837-1901) y en el caso del segundo, el periodo del rey Eduardo (1901-10), la “Belle Époque” procede del francés para designar aquel periodo tan boyante en el país franco, abarcando desde aproximadamente 1890 hasta la primera guerra mundial.



Precisamente con el estallido de la contienda, fue cuando se afianzó este término de “la bella época” para recordar con nostalgia aquel pasado de esplendor en el que Francia fue una potencia a nivel cultural, creativa, económica y de libertad. París, por aquel entonces, era la capital icónica de la moda y las artes (el modernismo, el cinematógrafo, el cartelismo…) a la que imitaban el resto de ciudades en cuanto a modernidad, avance y estilo.
 
Sus calles y bulevares resplandecían en torbellinos de alegría, pasión y arte. Las exposiciones universales de París de 1889 (con la famosa torre construida por Eiffel y símbolo ya de la ciudad eterna) y de 1900 difundieron aún más el glamour de esos años felices, desapareciendo bajo el estallido de las bombas, la miseria y los años de penuria y desgracia de la Gran Guerra.

domingo, 1 de febrero de 2015

Barbas y bigotes en 1900

El tema del vello facial en un caballero decimonónico no es cosa baladí. Un hombre mostraba su posición y estatus a través de su presencia. Además de sus buenas maneras y su elegante traje, su barba y bigote debía reflejar exactamente su nivel social.
 
El vello debía estar perfectamente cuidado; no se debía rasurar demasiado para no aparentar ser más joven ni debía estar desaliñado porque era indicativo de desatención por parte de su portador. Incluso los bohemios y los poetas cuidaban su aspecto, a pesar de estar considerados muchos de ellos al margen de la ley.
 
Aquí os dejamos un cuadro muy ilustrativo de aquellas barbas y bigotes de las que se presumía en 1900. En función de cuál se elegía seguir, también el cabello tenía que ir acorde a la moda.
 
 

martes, 11 de noviembre de 2014

Cenas e invitados a principios del siglo XX

Una de las cosas más importantes para una anfitriona eduardiana era la organización de una buena cena. Cada detalle tenía la máxima importancia desde los propios alimentos o la bebida, al menaje, el servicio o la propia lista de invitados. Una cena tibia o fría, unos invitados aburridos o una mala disposición en la mesa, pueden terminar con la reputación de una anfitriona.
 

Ya que la cena era el más importante de los acontecimientos sociales, las damas y caballeros lo practicaron por encima incluso que bailes u otros eventos; la cena era considerado algo más íntimo, y por lo tanto sólo se invitaba a los amigos más cercanos o aquellos con los que se quisiera intimar. Para el engranaje de la alta sociedad, la cena no sólo era una prueba de la posición de la anfitriona, sino también el camino a una buena posición o a perderla.

Habitualmente, en cenas de mayor tamaño, se enviaban las invitaciones con tres semanas de antelación, aunque, a partir de 1910 se amplió de cuatro a seis semanas, lo que daba plazo a los invitados a excusarse por emergencias pero, por lo general, la aceptación de la invitación implicaba una confirmación tácita.

Las tarjetas de las invitaciones se compraban en tienda y, solían ser por lo general blancas con unos pequeños bordes. En el interior se ponía el nombre de los anfitriones, el nombre del invitado, la fecha, el lugar y la hora de la cena.
 
 
La hora de la cena variaba entre las 8 y las 9 de la noche, y se esperaba que los invitados estuvieran al menos un cuarto de hora antes. Las cenas ya no eran tan largas y pesadas como en el siglo XIX, ahora no duraban más de 40 minutos, y eran más importantes los entretenimientos posteriores.

A la llegada, los anfitriones esperaban en la entrada a los invitados, quienes dejaban su ropa de abrigo al servicio. Una vez en el salón, las damas se sentaban y los caballeros charlaban hasta que llegara el último invitado. En caso de que algún invitado no se conociera, la anfitriona sería la encargada de presentarlos; salvo en las cenas de gran tamaño, en las que el mayordomo se colocaba en la escalera e iba presentando a los invitados.
 

A la hora de sentarse en la mesa, los anfitriones nunca podían estar uno al lado del otro, al igual que los matrimonios, los padres con sus hijos. Se aconseja que haya un número igual de hombres y mujeres para la mejor distribución de la mesa pero, lo habitual era invitar a un par de hombres más para que las mujeres casaderas tuvieran alguna opción. La anfitriona es la última que se sienta a la mesa. Si la anfitriona no indica a sus invitados donde deben sentarse o a que dama ayudar a levantar cuando la cena concluya, se da por hecho que el orden es el de la entrada a la sala, es decir, según importancia social. La anfitriona preside la mesa, y el caballero que la ha llevado hasta ella (el de mayor rango social que no sea ni su marido, ni su padre), se sienta a su izquierda. Así según entraban se colocaban en su lugar. Salvo en las cenas de mayor tamaño, en las que se ponían tarjetas con los nombres o el menú incluía el nombre del invitado. Estos menús solían colocarse a lo largo de la mesa y en las cenas pequeñas podían servir hasta para dos invitados. Si eran simples o más complejos dependía del gusto de la anfitriona.
 
 
La decoración de la mesa dependía en gran medida de la anfitriona, pero había determinados puntos que se debían cumplir por etiqueta. Solíamos encontrar cristalería a lo largo de la mesa, plantas trepadoras decorando. Y en el centro de la mesa entre las flores y los platos, solían colocarse las frutas que se comerían en el postre. La iluminación eran algo importante y, a pesar de que en muchas casas ya había luz eléctrica, seguían usándose las velas. Encontramos también la cuchara de la sopa, dos tenedores, dos cuchillos y la cristalería.
 
 
La etiqueta de la mesa era muy estricta; nada más sentarse los invitados se quitan los guantes y los colocan sobre su regazo, extienden su servilleta y la colocan en el regazo (se consideraba de muy poca educación engancharla al cuello de la camisa o al escote del vestido). Primero se tomaba la sopa, que se tomaba a pequeños “sorbos” con la cuchara, pero ligeramente sin hacer mucho ruido. Después venía el pescado comido con los cubiertos de pescado y los fritos, que sólo se comían con el tenedor, así como las ensaladas, espárragos… Los guisantes eran sin duda, una prueba a la buena educación, y se comían sólo con el tenedor, mientras que la carne se comía siempre con tenedor y cuchillo, sin tocarla nunca con las manos. Los postres, pudines y los acompañamientos en general, se comían sólo con el tenedor.  El queso y el pan para el mismo se cortaban con tenedor y cuchillo, después se colocaba el queso sobre el pan con el tenedor y se llevaba delicadamente a la boca con el dedo índice y pulgar. Las uvas, cerezas o cualquier fruta picada se llevaba delicadamente a la boca y con discreción se echaban los pellejos en la mano y se colocaban en la mesa.
 
Tanto la cena como el postre se sirven por orden. Una vez finalizado los criados retiran la mesa y reparten el licor para los hombre (según orden de importancia social), y otra copa de vino para las mujeres (las mujeres no toman licor). En caso de que una dama quiera más vino, le ha de rellenar la copa el caballero a su lado, jamás lo hace por si misma. Pasados unos diez minutos, la anfitriona hace una señal a las damas para dejar el comedor, y la siguen por orden de importancia social. Los caballeros se levantan con las damas, pero no abandonan el comedor, se vuelven a sentar cuando la anfitriona deja la estancia. Mientras los hombres toman licores en el comedor y fuman, las damas, en la salita, toman café. Después de un par de rondas, los caballeros se unen a las damas en la salita. Hacia 1910, sin embargo, esta costumbre empieza a ser dada de lado y todos comparte el café, y los licores en compañía.
 
 
En la ciudad, la cena concluye, aproximadamente, una media hora después de que los caballeros se unan a las damas en la salíta. En el campo, sin embargo, era habitual continuar la velada hasta altas horas de la noche con juegos de cartas y otros entretenimientos.
 
Para la despedida no existía un protocolo establecido, salvo el de que los anfitriones debían acompañar a sus invitados hasta la puerta. Una vez todos ellos habían partido, sus deberes habían finalizado.

Fragmento extraido de Edwardian England: A Guide to Everyday Life, 1900-1914 de Evangeline Holland.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Primer encuentro de Elegantes en Ormaiztegi

Hace unos meses os anunciábamos que estábamos colaborando en el Museo Zumalakarregi (Guipúzcoa) con unos talleres de costura y con la exposición de algunos trajes de nuestros miembros. ¿Y todo eso para qué? Pues para poder anunciar por fin el "Primer encuentro de elegantes" que tendrá lugar en Ormaiztegi el sábado 23 de noviembre.
 
En esta villa, damas, caballeros e infantes se vestirán con sus mejores galas y saldrán elegantemente vestidos a la usanza de nuestros antepasados por las calles de la localidad.
¿Nos acompañáis? ¡estais todos invitados! :)

Galería de fotos

jueves, 20 de junio de 2013

La temporada londinense durante la era victoriana

La vida “mundana” en Londres lo constituía "La temporada" (The Season" en inglés) proveniente en sus costumbres del siglo XVII y que se mantendrá casi sin alteraciones hasta 1914.


¿En qué consistía? Su función principal era la de ser una feria del matrimonio para las jóvenes de la buena sociedad, las mantenedoras del juego eran sus madres o protectoras y su comportamiento obedecía a una regla fundamental “mostrarse en el lugar oportuno, en compañía de gente bien, nacidos ricos e influyentes, ataviada con indumentarias adecuadas a los distintos momentos de la jornada".



La temporada era relativamente breve, desde finales de abril a finales de julio, por lo que se hacía desenfrenada, aunque había veces que se prorrogaba en los meses de Octubre a Diciembre. Si una debutante no conseguía una proposición de matrimonio durante sus dos primera temporadas, su futuro era más bien oscuro… .

El buen tono exigía que se poseara una casa en la ciudad, aunque fuera de alquiler y, preferiblemente en uno de los barrios “bien vistos” como podían ser Mayfair, Kensington, los alrededores de Belgrave Square, Westminster, Piccadilly pero lo ideal era que fuera Park Lane.


Las damas que participaban en La Temporada se movían sobre todo por Hay Market, Regent Street y Oxford Street pero, después de la apertura del primer gran almacén en 1863 (Whiteley´s para ser más exactos) se llegaron a aventurar hasta Westbourne Road.

Uno de los momentos más importantes para la vida de una de estas damas era, sin lugar a dudas la Presentación en la Corte. Se realizaba cuatro veces al año en el Palacio de Buckinghan o en St. James. La dama, ataviada con sus mejores galas, esperaba en la sala de pinturas hasta que llegaba su turno, una vez ocurría esto, se quitaba uno de sus guantes y entraba en la sala. Si se era hija de un par del reino, la reina besaba su frente; si no la dama debía inclinarse y besar su mano. La actuación en este momento en particular marcaría la vida de la joven dama hasta su muerte.


Gran parte de La Temporada se desarrollaba en público, por ejemplo en los grandes acontecimientos deportivos de la primavera como las regatas de Hentley, de Derby o de Epson. Un paseo a pie por Rotten Row por las mañanas o el circuito por Hyde Park a partir de las cuatro de la tarde en el coche de caballos evidentemente descubierto era parte del exhibicionismo al que debían someterse estas debutantes.

Los lugares más visitados a lo largo de La Temporada solían ser los siguientes:

*La exposición sobre la ascensión al Mont Blanc en el Egyptian Hall
*La panorámica de Londres en el Colosseum de Regent´s Park
*El mundo en relieve en el Great Globe de Leicester Square
*La Cámara de los Horrores de Madame Tussaud
*Los jardines de atracciones en Chelsea
*El teatro, en el que se representaban sobre todo obras de Shakespeare (aunque lo principal era ver y ser vistos no la obra en sí, por lo que lo más importante solían ser los entreactos), aunque a partir de 1865 se empiezan a representar obras de carácter naturalista.
*La ópera, sobre todo la italiana (acudir a un evento de este tipo costaba 16 guineas, mientras que ir al teatro sólo de 4 a 8 guineas).
*Covent Garden
*Los conciertos en Exeter Hall.


Otro punto importante dentro de La Temporada eran las visitas que, por lo general, se realizaban entre las tres y las cuatro de la tarde (de no más de un cuarto de hora cada una) si eran ceremoniosas y un poco más tarde si eran de carácter formal.

Sin embargo, hasta finales de siglo una dama jamás podía ir a cenar a un café o a un restaurante; las cenas a las que acudía serían siempre de carácter privado. Estas cenas podían ser de carácter reducido y una vez concluida, las parejas pasarían al salón por órden (hacía finales de siglo la segregación de sexos fue perdiendo rigor), dependiendo del rango de cada una. Los menús eran redactados en francés y contaban con una media de 8-9 platos; entre la bebida los Burdeos y la champaña eran obligados.


Los almuerzos o tés también eran un importante punto de reunión y, por lo general, estaban acompañados por un breve concierto o recital de canto. Este tipo de reuniones solía contar con una media de unos 100 invitados.


También estaban de moda las Garden Parties o fiestas de jardín celebradas a última hora de la tarde, entre las cuatro y las siete, sobre el césped del jardín. Se tendía a jugar a unos cuantos deportes pero, sólo aquellos que favorecieran el flirteo.

Otro de los puntos álgidos de la temporada eran los bailes, de entre 200 a 500 personas y que solían durar tres cuartas partes de la noche. Era el momento perfecto para el galanteo y el acercamiento entre damas y caballeros. Sin embargo, jamás se debía bailar más de tres bailes con la misma persona sino, sería considerado un escándalo llegado al punto de que, si la pareja no se casaba o anunciaba su compromiso, la mujer pasaba a ser una paria, si es que no era expulsada de la Sociedad.

 
 CALENDARIO DE LA TEMPORADA LONDINENSE

ABRIL

Exposiciones de acuarelas y óleos
Spring-meeting de las carreras de Epson

MAYO

Fiestas de la aristocracia (por lo general los sábados)
Exposición de la Royal Academy (1 lunes del mes)
Día 23. Comienzo del año judicial. El lord-alcalde y los jueces acuden, rodeaos de gran pompa a la catedral de St. Paul.
Día 24. Cumpleaños de la reina Victoria. Gran audiencia en St. James. Entrega de los premios de la Sociedad de las Artes para inventos y mejoras industriales.
Apertura de Vauxhall Gardens hacia finales del mes
Carreras de Woodford, en el condado de Essex.
Feria de Greenwich. Lunes, Marte y miércoles de Pentecostés.

JUNIO

Durante la segunda semana carreras de Ascot, siempre después de Pentecostés. También son importantes las de Woolwich.
Día 24. Elección e Sheriffs en Guildhall.
Lunes siguiente al día de la Trinidad procesión por el Thames de los mismos desde el Trinity House, pasando por Towerhill hasta Deptford.

JUNIO-JULIO

Partidos de cricket en Lords Cricket.
Regatas en el Thames.

JULIO

Clausura de las sesiones del Parlamento, con la participación de la reina.

OCTUBRE

Comienza la temporada de invierno en los teatros.
Se reabre la National Gallery.

NOVIEMBRE

Día 5. Día de Guy Fawkes. Memoria de la conjura de la pólvora urdida por los católicos para derrocar al Rey y al Parlamento. Los empleados del palacio de las cámaras hacen un recorrido a la luz de las antorchas por los subterráneos del edificio. Los niños pasean por la calle muñecos de paja y hacen fogatas con ellos, mientras que lanzan petardos entre las piernas de la gente.
Día 8. El lord-alcalde, reelegido nuevamente, presta juramento en Guildhall.
Día 9. Lord-mayor´s show. El lord-alcalde se dirige rodeado de pompa al puente de Blackfriars y desciende en barco hasta Westminster dónde presta juramento. De regreso a Blackfriars Bridge es recibido por las corporaciones y cofradías, con todo el ceremonial de la Edad Media. Por la noche se realiza un gran banquete en Mansión House, al que por lo general se invita a ministros y a los miembros más importantes de la aristocracia. Este mismo día, es el cumpleaños el Príncipe de Gales.

DICIEMBRE

Día 12. Exposición de animales en el Bazar, King Street y Protman Square.
Día 21. Elección de los miembros del consejo de la ciudad.
Día 25. Navidad. Se come ganso y un pedazo de plum-pudding.
Día 26. Todos los teatros representan obras de mimo.


BIBLIOGRAFÍA: CHARLOT, M./ MARX, C. (Dir). : “ Londres 1851-1901”. La era victoriana o el triunfo de las desigualdades”. Editorial: Alianza.

sábado, 16 de marzo de 2013

Exposición de trajes anacrónicos en el Museo Zumalakarregi

En otra entrada, os hablábamos de la colaboración de Anacrónicos R.H. con el Museo Zumalakarregi en Ormaiztegi, un centro de referencia para el conocimiento y disfrute del siglo XIX en el País Vasco. 
 

En ésta os vamos a hablar de la inauguración de la exposición que se ha llevado a cabo para dar a conocer algunas reproducciones de trajes que estaban de moda a principios del siglo XX y de la conferencia que Lady Sorcha y Lady Elizabeth Montgomery ofrecieron a los asistentes donde hablaron de la indumentaria histórica y de la importancia de la recreación para recuperar parte de un pasado real basado en la investigación, documentación y estudios fidedignos de las fuentes.
 
 
La mayor parte de piezas expuestas pertenecen a Anacrónicos R. H. Os dejamos el montaje expositivo final con las prendas sobre los maniquíes y nuestras damas y caballeros vestidos con ellas en diferentes recreaciones históricas. Todas pertenecen a los años más tempranos del siglo XX, desde 1900 a 1907 aproximadamente. 

He aqui a Lady Sorcha con un vestido de paseo compuesto por camisa y falda.



Maniquíes con indumentaria femenina y masculina. Al lado, Lady Sorcha, Bertie y Lady Elizabeth Anne Montgomery en una recreación histórica ambientada a principios de 1900.


Otros detalles de la exposición (*Fotografías de la muestra realizadas por Leire Goñi).

En cuanto a la presentación de la exposición, os dejamos un video (en euskera) con la inauguración y nuestras dos anacrónicas explicando cómo se vestían nuestros antepasados en aquella época.
 
Por último, os recordamos que el 23 de marzo y el 13 de abril son los primeros talleres de costura de trajes históricos. ¡No os los perdais!.