Mostrando entradas con la etiqueta Imperio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Imperio. Mostrar todas las entradas

viernes, 22 de mayo de 2020

Tutorial: Camisa interior femenina 1800


Las camisas interiores son una prenda imprescindible de la indumentaria. Es lo que protege las prendas y los corsets de la transpiración del cuerpo. Hay que considerar que la ropa no se podía lavar constantemente, cosa que sí se podía hacer con la prendas interiores, camisas y pantalones a la turca o pololos.



En esta entrada explicaremos como hacer una camisa intima. Necesitaremos tela blanca lino o mezcla de lino y algodón, si queremos ser estrictos o de algodón 100% si tenéis la piel muy delicada; una cinta métrica, hilo blanco (siendo riguroso debería ser de lino, se puede conseguir por Internet), alfileres, jaboncillo (recomiendo un pedazo de jabón de lavarse las manos, así se irá cuando lavemos la camisa), una regla (cuanto más larga mejor) y una máquina de coser o aguja, dedal y paciencia, para hacerla enteramente a mano.


Requeriremos unas pocas de medidas:
Ancho de espada, de borde a borde con los hombros relajados.
Alto de pecho, es la medida desde el borde del cuello hasta la parte más sobresaliente del pecho.
El contorno de pecho, que se toma poniendo la cinta métrica perpendicular a nosotros por la parte más sobresaliente del pecho.
Largo de la camisa, desde el hombro donde se une con el cuello hasta el largo deseado (recomiendo una altura entre la rodilla y el tobillo)
Contorno de brazo, alrededor del bíceps sacando músculo.

Se puede dibujar directamente sobre la tela, pero hay que tener en cuenta que el patrón es trapezoidal y que no es buena idea empezar los hombros al lado del borde de la tela porque entonces, el bajo de la camisa se saldrá del tejido.


Entonces empezamos:

1/ Dibujamos una linea que mide el ancho de espalda más 10 cm – A


2/ Desde A calculamos donde estará el alto de pecho – B


3/ Medimos la mitad del contorno de pecho más 10 cm, y lo colocamos a la altura del alto de pecho centrándolo con la medida de hombros – C

4/ Calculamos el largo de camisa deseado y marcamos – D

5/ Unimos en una línea recta de final de cada hombro con el final de cada línea C hasta llegar al largo de camisa.

6/ Ahora dibujaremos el escote. Las medidas de éste dependerán del vestido que vayais a llevar, ya que tiene que quedar por dentro. Os recomendamos añadir 3 o 4 cm en el ancho y 2 en el alto, siempre colocando las medidas centradas – F y E

6bis/ Para el escote de la espalda, salvo que en vuestro vestido sea muy bajo, recomendamos que solo lo bajeis 3 o 4 cm. Es preferible que se vea un poco a que os paseis el tiempo luchando con mangas que se deslizan por los hombros.

6bisbis/ Redondead los bordes del escote (como en el dibujo); es mucho más fácil para rematar a la hora de coser.

7/ La manga es un rectángulo de 15 cm de largo por el contorno del brazo más 4 cm. Si quereis, podeis hacer la manga más o menos corta. Esta medida llega, más o menos, a medio brazo.

8/ El cuadradillo va en la zona de la axila y hace que la manga sea cómoda a la hora de tener que moveros con la camisa. Recomiendo que sea de 10*10 cm.



Ahora toca cortar las piezas. Hay que cortarla a 2 cm de distancia de las rayas que hemos hecho, de tal manera que tengamos margen de costura.

Una vez estén todas cortadas, unimos mediante costura el cuadradillo a su manga correspondiente por el lado de 15 cm (observad como está hecho en el dibujo).

Cuando hayamos terminado, cosemos los hombros y a estos las mangas haciendo coincidir el centro de las mangas (sin contar el cuadradillo) con la costura de los hombros.

Doblamos la camisa por los hombros y cosemos la parte baja de la manga, la otra mitad del cuadradillo y el lateral de la camisa.

Hacemos los puños y el bajo con puntadas invisibles a mano o con un pespunte a máquina; para el escote lo ideal sería hacer un dobladillo diminuto (como de 0,5 cm) y coserlo a mano con puntadas invisibles, pero se puede terminar colocando un bies de algodón blanco por la parte de atrás para que no se vea.

La costuras interiores, bien podéis rematarlas con unas tijeras de puntas, con una remalladora o una costura de festón a lo largo de los bordes de la tela. 

Nota: La foto de la camisa original pertenece a la colección del MET de Nueva York.  

domingo, 2 de julio de 2017

Evolución en la moda femenina en el siglo XIX

En otra entrada a este blog, os hablábamos de la evolución de la moda masculina en el siglo XIX y hace tiempo que deseábamos hablar de una época en la que la indumentaria y su evolución estuvo dedicada y enfocada al mundo femenino.

Nuestro post no pretende ser un estudio profundo de periodos estilísticos, sino un breve compendio. Hay en la red muy buenas páginas relacionadas con la moda ( tanto histórica como específicamente victoriana) como la de Pablo Pena que reseñamos como una de las mejores. Nuestro interés al escribir esta entrada es la de exponer de manera clara unas características destacadas para que se pueda identificar cada periodo de moda femenina en el siglo XIX y circunscribirla a unas décadas o años concretos.


De esta manera, el vestido con el que inauguramos el siglo decimonónico es aquel que proviene de Francia y pone de moda Josefina Bonaparte, esposa de Napoleón, hacia 1800. Toda Europa mira hacia esta corte imperial tan fastuosa como lujosa y aunque muchos países están en guerra contra el militar, sus mujeres no pueden sino suspirar por imitar unos modelos que la primera dama luce con orgullo y elegancia. Es por ello por lo que este vestido se conoce como "Traje Imperio" o "Vestido Regencia" ("Empire gown"). El diseño de día consiste en telas muy finas, gasas y muselinas de colores muy claros. El talle se corta bajo el pecho con escotes algo pronunciados (en el modelo de noche serán más acusados y sobre todo en Francia. En el resto de países, los escotes serán más subidos y siempre bajo el uso del corsé). Bajo el pecho se puede llevar una cinta o algún adorno de color. Este traje, sin marcar las curvas de la silueta femenina, es de talle hasta los tobillos y mangas o bien de farol o bien estrechas y largas.



Es la época en Inglaterra de Jane Austen en el que se desarrollan todas sus novelas. El traje de noche, igual en forma, utiliza más encaje y pasamanería, brocados, chales provenientes de la India estampados de vivos colores y telas más lujosas como el terciopelo.















A este vestido tan delicado se le unen otros complementos: la pelisse (un abrigo hasta el suelo y cerrado por delante), el manguito para proteger las manos, la spencer (una chaqueta cortada a la altura del pecho, generalmente con doble botonadura) y los bonetes, que es el sombrero más usado en esta época y se ataba mediante cinta, bajo la barbilla. Según fuera de paseo, de campo o ciudad, se adornaba más o menos con lazos, flores y plumas. 



 Hacia 1820 aproximadamente los trajes se van abullonando y se comienzan a recargar. El talle se complica, baja la cintura y la falda se llena de volantes y enaguas bajo ellas. Las telas se vuelven más sobrias, aunque muchas de ellas irán estampadas y existe más variedad en los colores. En los años 30 y 40 las mangas se hacen más grandes llegando a llamarse "mangas de jamón" y requiriendo unos armazones que las sujetaran y guardaran la forma. Los peinados se complican acorde con los trajes y surgen los de "jirafa" que son elevados y también necesitaban de alambres para que se mantuviesen altos. 

En Reino Unido comienza a reinar la Reina Victoria en estos años y a este estilo comienza ya a llamarse "Victorian dress" aunque en Europa se le conoce como "estilo romántico" porque es cuando el movimiento Romántico alcanza su plenitud y en España tomará el nombre como "estilo Reina Cristina" (por la esposa de Fernando VII, Mª Cristina de Borbón y Dos Sicilias y Regente hasta la mayoría de edad de Isabel II). Bajo estos vestidos estampados, motivados en gran parte por la revolución industrial que crea nuevos colores y motivos, se esconden multitud de enaguas para abullonar las faldas y un corsé que comienza ya a dejar ver la silueta del reloj de arena. Las telas

No obstante, hacia 1850 los vestidos pesan tanto y están tan ajustados a la cintura creando la figura del reloj de arena (momento de plenitud) que se decide rebajar el número de enaguas y conseguir el mismo volumen que se conseguía gracias a éstas con un armazón que abullona exageradamente la falda. Estamos hablando de la crinolina (llamada así porque las varillas se hacían con crines de caballo) o el miriñaque

Este armazón, que se podía comprar en tiendas ya especializadas gracias al emergente comercio de la moda (surgen las primeras tiendas en Reino Unido y Francia con diseñadores de renombre. En París por ejemplo, Worth trabaja para la emperatriz Mª Eugenia y marca con su nombre toda la ropa que le confecciona) se colocaba sobre unos pololos, una enagua y un corsé apretadísimo que ya comenzaba a provocar desarreglos anatómicos y alguna muerte por corsé. Sobre la crinolina solía colocarse otra enagua y por último, el vestido ajustado marcando perfectamente la cintura El vuelo de la falda es tan grande y la sociedad victoriana tan decorosa que el largo baja hasta el suelo, impidiendo que se vea más allá de la punta del zapato de las damas y considerando obsceno que un caballero pudiese contemplar el tobillo de una señora. 

Por antonomasia, al estilo de crinolina o miriñaque es al que, por extensión, se conoce como "moda victoriana" aunque también se le puede llamar "vestido de la Guerra Civil Americana" (recuérdese "Lo que el viento se llevó"). 

El traje de día suele ser más sobrio mientras que el de noche se llena de volantes, encajes y sobrefaldas. Los escotes más de moda son los de barco aunque también son estilosos en pico o los redondeados. Los colores para las jóvenes suelen ser cremosos o cálidos, para las casadas más oscuros, pues en bailes y teatros, era a las doncellas a quienes debía verse más para atraer a posibles partidos. 

Paulativamente, alrededor de 1865-68 la cola de las crinolinas comienza a ser más abultada y surge la crinolina elíptica que comienza a sustituir a la redonda. En dos años, ya para la década de 1870, a la par que modistas, sastres y casas de moda se adaptan a los nuevos cambios cada vez más ligeros en la moda femenina, surge el polisón

Se trata de otro armazón cuya vigencia acabará hacia 1890 y en cuyos 20 años de imperio, logrará pasar por cuatro estilos diferentes (primer polisón, Natural Form o "estilo princesa", segundo polisón y Hourglass), cada uno con unas características bien diferenciadas.  


 Este nuevo estilo permitía la silueta de un reloj de arena pero con la falda no tan abullonada, permitiendo "forrar" a la mujer en una segunda piel. Los cuerpos se ajustan cada vez más y las faldas se estrechan, marcando busto y caderas. Surgen nuevos colores como el morado, tan de moda en estos años. Con el polisón surge también el traje de una sola pieza, totalmente abotonado por delante. Los peinados se llenan de postizos, trenzas y roscas imposibles que cubren con sombreros de múltiples formas con todo tipo de abalorios sobre ellos. Se abaratan los costes de la indumentaria, surgen los trajes industriales, realizados a máquina y de manera serial (para poderse comercializar), lo que ya no lo convierte en un producto de lujo y exclusivo. La etiqueta exige además que las damas mantengan un traje de mañana para estar por casa, un traje de visita, otro de paseo, el de montar a caballo, el de tarde, el de baile y el de noche (para cena y teatro). 

Los materiales utilizados son bordados, satenes, terciopelos y sedas para los trajes más elegantes y lana y algodón para los de diario. 

Cansados ya de una moda que impedía libertad de movimientos y unido a los alzamientos de sufragismo e independencia de la mujer, la moda femenina exige que el cuerpo se emancipe del armazón y vuelva a llevar sólo una enagua bajo la falda. Es lo que sucede a partir de 1890


El deseo de poder realizar algunos deportes al aire libre como montar en bicicleta o jugar al tenis provoca que algunas comiencen a utilizar pantalones o bloomers (creados por Amelia Bloomer en la década de 1860) para escándalo aún de una sociedad puritana. Las faldas se hacen sencillas, sin apenas adorno las del día y con un cuerpo de mangas abullonadas y cuello muy cerrado. La cabeza se cubre con un moño sencillo y un sombrero de ala corta y plana o canotier. Hacia 1890 surge el traje sastre, compuesto de tres piezas (falda recta que ya permite ver los botines, camisa y chaqueta) que ya antecede la moda eduardiana que será la que cruce al siglo XX y la que da lugar a la Belle Epoque de 1900. 

No debemos olvidar que junto a esta evolución de la moda, existen complementos que acompañan a la dama a lo largo de todo este siglo: el abanico (llamado "imperceptible" en época Imperio debido a su tamaño), el bolso (llamado "ridículo" en época Imperio también debido a su tamaño) y la sombrilla. Por último, nos gustaría recordar que la moda infantil sigue los mismos patrones que la adulta pero en miniatura, de manera que las niñas visten a lo largo del siglo XIX como sus madres pero de una manera más sencilla. También ellas llevan sus corsés, sus enaguas, pololos, chemisses y naturalmente en la época de la crinolina y polisón, sus armazones correspondientes. El imperio de la moda llega así hasta todas las edades y estratos sociales. 

domingo, 25 de septiembre de 2016

Evolución de la moda femenina en el siglo XIX

El siglo XIX es una época compleja en cuanto a moda se refiere, por los continuos cambios que la indumentaria sufre en comparación con los periodos anteriores. A continuación, os mostramos, a nivel genérico y de manera breve, un resumen de la moda femenina a lo largo de este siglo decimonónico.

Comenzamos en los albores de 1800 con un vestido que estaba en boga en Europa. Venía del traje Camisa de finales del siglo XVIII que tanto potenció María Antonieta y que tomó el nombre de vestido Imperio en Francia o vestido regencia en Inglaterra. Se trataba de un diseño sencillo, de colores claros para doncellas y más oscuros para damas casadas y realizados con telas muy ligeras y con caída como sedas, muselinas y algodones. El corte, en vez de llevarlo a la cintura como era lo habitual, se subió hasta cortarse a la altura de debajo del pecho, sin marcar caderas ni cintura y largo hasta los tobillos (hacia 1812 comenzó a acortarse hasta dejar ver los tobillos). En las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Jane Austen o en "Guerra y Paz" podeis contemplar este tipo de trajes.


Las mangas cortas eran de tipo farol y las largas, ajustadas y rectas. Bajo el vestido se usaban ligeras enaguas de algodón y el corsé, que podía ser corto (sólo de pecho) o largo (hasta la cadera). En invierno, las damas utilizaban abrigos de lana fina aunque el modelo más utilizado fue la Spencer , una chaquetita de manga larga y de cintura corta. En otras ocasiones los vestidos se cubrían con chales o mantones.


El cabello (siempre recogido) se cubría con los llamados bonetes, un sombrero ancho que se ata bajo la barbilla.

Hacia 1820 este vestido Imperio comienza a mostrar una serie de cambios que se hacen más vistosos en los años 30: el talle se alarga de nuevo hasta la cintura, el largo del vestido se acorta hasta mostrar los tobillos. mangas de jamón y el traje se hace más recargado. El corsé vuelve a marcar la silueta de la dama y se ponen de moda los peinados jirafa. Es el llamado "vestido romántico" que se exportará desde Inglaterra con el entronamiento de la reina Victoria por toda Europa (en España coincidirá con el reinado regente de María Cristina, madre de Isabel II). Los colores, debido a la revolución industrial, son muy alegres y los escotes generosos.


El amplio vuelo de las faldas se conseguía con varias capas de enaguas. Como cada vez se necesitaban más capas de sayas para ahuecar la falda se inventó una jaula llamada miriñaque o crinolina (porque estaba confeccionada con las crines de los caballos) para soportar el volumen de una falda que hacia 1850 comenzó a hacerse cada vez más voluminosa, dando lugar al llamado traje de crinolina o miriñaque.
 





 
Se caracteriza porque el cuerpo se ciñe extremadamente a la cintura y vuelve a marcar la silueta del reloj de arena. El corsé se aprieta hasta ser una segunda piel mientras que de la cintura nace una falda con un vuelo exageradísimo que no estuvo exento de caricaturas y ridiculeces en prensa. Por lo general, en la década de 1840 y 1850 gustan los volantes mientras que en 1860 se simplifica y los volantes desaparecen.






Es el vestido con el que se identifica actualmente a la dama del siglo XIX y del periodo central de este siglo, coincidiendo con el esplendor del Imperio británico y de la era victoriana. Precisamente, debido a la actitud moralizante de la reina, que se exportó creando una serie de normas reguladoras del comportamiento que debía seguirse, los escotes de los trajes de paseo son elevados, la longitud del vestido tan largo que no deja ver si quiera el zapato y el negro se impuso como el color elegante que toda viuda debía llevar.

Hacia 1865 la crinolina comienza a abultarse en la zona trasera y a crear un abullonamiento que da lugar al estilo polisón. El cuerpo se ciñe cada vez más potenciando el busto, la cadera y haciendo una figura estilizada y muy alargada. Las sedas de diferentes colores (sobre todo el morado, que se puso muy de moda), los terciopelos, satenes y algodones o lanas fueron los materiales más demandados.


Los sombreros eran pequeños, de ala corta pero muy recargados en sus adornos, que incluían plumas.

Hacia 1880 el talle se hizo cada vez más ajustado creando el estilo princesa o Natural Form y en el que las damas apenas podían caminar debido a la estrechez del traje y a sus múltiples costuras que le impedían sentarse y respirar cómodamente.


Hacia 1890 finaliza el imperio del polisón y nace lo que se ha venido denominando "traje sastre" que anticipa el periodo eduardiano inglés (llamado así por el príncipe Eduardo, posteriormente rey a la muerte de su madre Victoria) o Belle Epoque. La mujer comienza a interesarse por los deportes: sale a pasear en bicicleta, juega al tenis, a darse baños de agua en el mar y a pasear con un traje de tres piezas: falda recta con más o menos vuelo pero sobre todo funcional, camisa de cuello alto y chaqueta. 


Cada vez más damas usan (ante el escándalo de una sociedad aún conservadora) los bloomers o pantalones bombachos.


No hay que olvidar la moda infantil, en la que los niños visten como los padres, siguiendo las mismas modas que los adultos en todas las épocas y tampoco podemos despedirnos sin hablar de que, junto a esta indumentaria, es requisito imprescindible hablar de los complementos más utilizados por las mujeres del siglo XIX. Ésos eran los bolsos pequeños (en el periodo Regencia llamados "ridículos" por su tamaño), las sombrillas para mantener un cutis lo más blanco posible y así distinguirse de las clases trabajadoras que estaban curtidas al sol y morenas, las joyas, abanicos, sombreros sujetos a menudo por agujas de pelo...
 
Para ampliar este breve resumen por la historia de la indumentaria femenina del siglo XIX os recomendamos las publicaciones del Museo del Traje, las del Museo del Romanticismo, así como algunas monografías como las de Pablo Pena, gran estudioso del tema.

lunes, 1 de abril de 2013

Valencia se viste de 1800

¡Anacrónicos, aventureros, amantes de la historia, de la moda, de la indumentaria, coleccionistas de recuerdos antiguos, cinéfilos de cine clásico, viajeros del tiempo, curiosos, paseantes, expedicionarios, ... ! estais todos invitados a contemplar cómo se vivía hace 200 años.

El próximo encuentro de Anacrónicos Recreación Histórica tendrá lugar en Valencia capital el 20 de Abril del 2013 y consistirá en recrear un picnic del periodo conocido como Imperio o Regencia (en indumentaria situado entre 1800 y 1820 aprox).  Las damas y caballeros se darán cita a las 11:00h en el Jardín de Monforte (Plaza de la Legión Española, s/n. 46010, Valencia).




 Si quereis ampliar información de este evento, podeis hacerlo a través de Facebook, nuestro foro o escribiéndonos directamente un correo electrónico. ¡Os esperamos!