Mostrando entradas con la etiqueta corsé. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta corsé. Mostrar todas las entradas

domingo, 2 de julio de 2017

Evolución en la moda femenina en el siglo XIX

En otra entrada a este blog, os hablábamos de la evolución de la moda masculina en el siglo XIX y hace tiempo que deseábamos hablar de una época en la que la indumentaria y su evolución estuvo dedicada y enfocada al mundo femenino.

Nuestro post no pretende ser un estudio profundo de periodos estilísticos, sino un breve compendio. Hay en la red muy buenas páginas relacionadas con la moda ( tanto histórica como específicamente victoriana) como la de Pablo Pena que reseñamos como una de las mejores. Nuestro interés al escribir esta entrada es la de exponer de manera clara unas características destacadas para que se pueda identificar cada periodo de moda femenina en el siglo XIX y circunscribirla a unas décadas o años concretos.


De esta manera, el vestido con el que inauguramos el siglo decimonónico es aquel que proviene de Francia y pone de moda Josefina Bonaparte, esposa de Napoleón, hacia 1800. Toda Europa mira hacia esta corte imperial tan fastuosa como lujosa y aunque muchos países están en guerra contra el militar, sus mujeres no pueden sino suspirar por imitar unos modelos que la primera dama luce con orgullo y elegancia. Es por ello por lo que este vestido se conoce como "Traje Imperio" o "Vestido Regencia" ("Empire gown"). El diseño de día consiste en telas muy finas, gasas y muselinas de colores muy claros. El talle se corta bajo el pecho con escotes algo pronunciados (en el modelo de noche serán más acusados y sobre todo en Francia. En el resto de países, los escotes serán más subidos y siempre bajo el uso del corsé). Bajo el pecho se puede llevar una cinta o algún adorno de color. Este traje, sin marcar las curvas de la silueta femenina, es de talle hasta los tobillos y mangas o bien de farol o bien estrechas y largas.



Es la época en Inglaterra de Jane Austen en el que se desarrollan todas sus novelas. El traje de noche, igual en forma, utiliza más encaje y pasamanería, brocados, chales provenientes de la India estampados de vivos colores y telas más lujosas como el terciopelo.















A este vestido tan delicado se le unen otros complementos: la pelisse (un abrigo hasta el suelo y cerrado por delante), el manguito para proteger las manos, la spencer (una chaqueta cortada a la altura del pecho, generalmente con doble botonadura) y los bonetes, que es el sombrero más usado en esta época y se ataba mediante cinta, bajo la barbilla. Según fuera de paseo, de campo o ciudad, se adornaba más o menos con lazos, flores y plumas. 



 Hacia 1820 aproximadamente los trajes se van abullonando y se comienzan a recargar. El talle se complica, baja la cintura y la falda se llena de volantes y enaguas bajo ellas. Las telas se vuelven más sobrias, aunque muchas de ellas irán estampadas y existe más variedad en los colores. En los años 30 y 40 las mangas se hacen más grandes llegando a llamarse "mangas de jamón" y requiriendo unos armazones que las sujetaran y guardaran la forma. Los peinados se complican acorde con los trajes y surgen los de "jirafa" que son elevados y también necesitaban de alambres para que se mantuviesen altos. 

En Reino Unido comienza a reinar la Reina Victoria en estos años y a este estilo comienza ya a llamarse "Victorian dress" aunque en Europa se le conoce como "estilo romántico" porque es cuando el movimiento Romántico alcanza su plenitud y en España tomará el nombre como "estilo Reina Cristina" (por la esposa de Fernando VII, Mª Cristina de Borbón y Dos Sicilias y Regente hasta la mayoría de edad de Isabel II). Bajo estos vestidos estampados, motivados en gran parte por la revolución industrial que crea nuevos colores y motivos, se esconden multitud de enaguas para abullonar las faldas y un corsé que comienza ya a dejar ver la silueta del reloj de arena. Las telas

No obstante, hacia 1850 los vestidos pesan tanto y están tan ajustados a la cintura creando la figura del reloj de arena (momento de plenitud) que se decide rebajar el número de enaguas y conseguir el mismo volumen que se conseguía gracias a éstas con un armazón que abullona exageradamente la falda. Estamos hablando de la crinolina (llamada así porque las varillas se hacían con crines de caballo) o el miriñaque

Este armazón, que se podía comprar en tiendas ya especializadas gracias al emergente comercio de la moda (surgen las primeras tiendas en Reino Unido y Francia con diseñadores de renombre. En París por ejemplo, Worth trabaja para la emperatriz Mª Eugenia y marca con su nombre toda la ropa que le confecciona) se colocaba sobre unos pololos, una enagua y un corsé apretadísimo que ya comenzaba a provocar desarreglos anatómicos y alguna muerte por corsé. Sobre la crinolina solía colocarse otra enagua y por último, el vestido ajustado marcando perfectamente la cintura El vuelo de la falda es tan grande y la sociedad victoriana tan decorosa que el largo baja hasta el suelo, impidiendo que se vea más allá de la punta del zapato de las damas y considerando obsceno que un caballero pudiese contemplar el tobillo de una señora. 

Por antonomasia, al estilo de crinolina o miriñaque es al que, por extensión, se conoce como "moda victoriana" aunque también se le puede llamar "vestido de la Guerra Civil Americana" (recuérdese "Lo que el viento se llevó"). 

El traje de día suele ser más sobrio mientras que el de noche se llena de volantes, encajes y sobrefaldas. Los escotes más de moda son los de barco aunque también son estilosos en pico o los redondeados. Los colores para las jóvenes suelen ser cremosos o cálidos, para las casadas más oscuros, pues en bailes y teatros, era a las doncellas a quienes debía verse más para atraer a posibles partidos. 

Paulativamente, alrededor de 1865-68 la cola de las crinolinas comienza a ser más abultada y surge la crinolina elíptica que comienza a sustituir a la redonda. En dos años, ya para la década de 1870, a la par que modistas, sastres y casas de moda se adaptan a los nuevos cambios cada vez más ligeros en la moda femenina, surge el polisón

Se trata de otro armazón cuya vigencia acabará hacia 1890 y en cuyos 20 años de imperio, logrará pasar por cuatro estilos diferentes (primer polisón, Natural Form o "estilo princesa", segundo polisón y Hourglass), cada uno con unas características bien diferenciadas.  


 Este nuevo estilo permitía la silueta de un reloj de arena pero con la falda no tan abullonada, permitiendo "forrar" a la mujer en una segunda piel. Los cuerpos se ajustan cada vez más y las faldas se estrechan, marcando busto y caderas. Surgen nuevos colores como el morado, tan de moda en estos años. Con el polisón surge también el traje de una sola pieza, totalmente abotonado por delante. Los peinados se llenan de postizos, trenzas y roscas imposibles que cubren con sombreros de múltiples formas con todo tipo de abalorios sobre ellos. Se abaratan los costes de la indumentaria, surgen los trajes industriales, realizados a máquina y de manera serial (para poderse comercializar), lo que ya no lo convierte en un producto de lujo y exclusivo. La etiqueta exige además que las damas mantengan un traje de mañana para estar por casa, un traje de visita, otro de paseo, el de montar a caballo, el de tarde, el de baile y el de noche (para cena y teatro). 

Los materiales utilizados son bordados, satenes, terciopelos y sedas para los trajes más elegantes y lana y algodón para los de diario. 

Cansados ya de una moda que impedía libertad de movimientos y unido a los alzamientos de sufragismo e independencia de la mujer, la moda femenina exige que el cuerpo se emancipe del armazón y vuelva a llevar sólo una enagua bajo la falda. Es lo que sucede a partir de 1890


El deseo de poder realizar algunos deportes al aire libre como montar en bicicleta o jugar al tenis provoca que algunas comiencen a utilizar pantalones o bloomers (creados por Amelia Bloomer en la década de 1860) para escándalo aún de una sociedad puritana. Las faldas se hacen sencillas, sin apenas adorno las del día y con un cuerpo de mangas abullonadas y cuello muy cerrado. La cabeza se cubre con un moño sencillo y un sombrero de ala corta y plana o canotier. Hacia 1890 surge el traje sastre, compuesto de tres piezas (falda recta que ya permite ver los botines, camisa y chaqueta) que ya antecede la moda eduardiana que será la que cruce al siglo XX y la que da lugar a la Belle Epoque de 1900. 

No debemos olvidar que junto a esta evolución de la moda, existen complementos que acompañan a la dama a lo largo de todo este siglo: el abanico (llamado "imperceptible" en época Imperio debido a su tamaño), el bolso (llamado "ridículo" en época Imperio también debido a su tamaño) y la sombrilla. Por último, nos gustaría recordar que la moda infantil sigue los mismos patrones que la adulta pero en miniatura, de manera que las niñas visten a lo largo del siglo XIX como sus madres pero de una manera más sencilla. También ellas llevan sus corsés, sus enaguas, pololos, chemisses y naturalmente en la época de la crinolina y polisón, sus armazones correspondientes. El imperio de la moda llega así hasta todas las edades y estratos sociales. 

domingo, 19 de febrero de 2017

Exposición "La moda romántica"

Muchas son las razones para visitar el Museo del Romanticismo de Madrid y pocas las excusas. En estas fechas, a las primeras se une la exposición (en colaboración con el Museo del Traje) sobre "La moda romántica" (Octubre 2016 - marzo 2017) en el que a lo largo de todo el museo (y la sala de exposiciones temporales) se muestran algunos vestidos del siglo XIX abarcando el final del periodo Imperio, el romántico y el de crinolina.
 
 
Las prendas se reparten por las distintas dependencias creando un museo vivo, más acogedor aún, en el que parece que estas prendas sin cuerpo o cabeza (como aquel jinete de Sleepy Hollow extraído de la imaginación de Washington Irving) salen al encuentro de los visitantes para darles la bienvenida y mostrar mejor aún cómo se vivía en los tiempos de la España Romántica.
 
Además de la combinación magistral con el que estas piezas textiles se incluyen en el discurso expositivo, hay que remarcar que se encuentran expuestos sin vitrinas o escaparates, lo que permite la visión global de las prendas y visionar detalles que de otra manera, pasarían por alto como por ejemplo los cierres de los cuerpos, de las faldas o de los chalecos.
 
 
Aunque la selección dispone de más vestidos femeninos, no se olvida del mundo masculino, representado en mucha menor medida y distinguido por Brummell y en menor medida por Mariano José de Larra.
 
 
La figura del dandy está remarcado a través de la levita de "Fígaro" y de dos chalecos que permiten ver sus bordados y la calidad de las telas. Tampoco la exposición se olvida de las revistas de moda que en el siglo XIX surgieron y se popularizaron, permitiendo ver las prendas de verano y las de invierno.
 
Mención aparte merece el traje infantil situado en la habitación de juegos y que permite comprobar que los niños vestían como los adultos en menor escala.
 
Por último, hay que destacar que en el recorrido de la exposición se puede admirar una prenda histórica cedida temporalmente por el Museo Arqueológico Nacional. Se trata del corsé de Isabel II con el que fue apuñalada por el cura Merino y cuya historia ya relatamos en una entrada anterior.
 
 El corsé, obra invitada en el museo hasta marzo, nunca había sido expuesto con anterioridad y es una manera de conocer con detalle un suceso que conmocionó a personajes y prensa de la época. En él se aprecia admirablemente el desgarro sobre la tela que ocasionó el arma, el tallaje del cuerpo de la reina y la fabricación de una prenda íntima que tuvo en el siglo XIX su mayor imperio.
 
En definitiva, os animamos a que visitéis el Museo del Romanticismo, que imaginéis con todo lujo de detalle cómo se vivía hace dos siglos y que os recreeis con las prendas y las historias que destilan.
 

 

 

martes, 9 de junio de 2015

Muerte por corsé

A todos nos viene la imagen del corsé y enseguida la relacionamos con el siglo XIX y con esas cinturas tan apretadas que llegaron a tener las damas. Durante el Londres victoriano se hizo muy popular una revista llamada Police News que, mezclando texto con imágenes, narraba sucesos morbosos que habían sucedido recientemente como el de "La muerte por el nudo apretado" que a continuación traducimos para nuestros lectores:


Muerte por nudo apretado

Sería imposible realizar algo parecido a una estimación acertada de las miles de personas que han caído víctimas de la odiosa moda del nudo apretado. Una triste muestra de esta perniciosa práctica tuvo lugar en New Town el sábado por la noche. Dorothea, la hija mayor de  Don Vincent Posthelthwaite (un respetadísimo y rico mercader de New Town), murió de repente en un baile celebrado en la casa de su padre. Mientras bailaba con un joven caballero con el que estaba prometida, vio su compañero como se quedaba pálida y jadeaba espasmódicamente en busca de aire; Se tambaleó durante unos poco segundos y cayó. La impresión general fue que se había desmayado. Los restaurativos fueron aplicados sin producir el efecto esperado. Un doctor fue enviado, quien tras examinar a la paciente, afirmó la muerte de la desdichada dama.

La consternación de la familia y de los invitados puede imaginarse con facilidad, la cual no mejoró ni por asomo cuando el señor médico declaró que Miss Posthelthwaite no había muerto sino por un nudo apretado. La actividad del corazón había sido impedida, la emoción y el esfuerzo, bajo las circunstancias, un esfuerzo excesivo para el organismo y por tanto muerte súbita.

Nuestro artista nos ha provisto de una imagen que siendo suficientemente explícita por sí misma, no necesita comentarios. Muchos de nuestros buenos lectores no tendrán pérdida descifrando su significado y harán bien teniendo cuidado en lo sucesivo.  



martes, 10 de febrero de 2015

Jaulas doradas en el Museo del Traje de Madrid


"Aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión"

 Este proverbio resume la posición que ostentaba la mujer aristocrática y burguesa en el siglo XIX, tanto externa como internamente. En su fachada, tenía que ser la esposa, hija y madre perfecta aunque su ámbito de acción se redujese al doméstico y físicamente estaba constreñida por jaulas y corsés que ajustaban su cuerpo a la moda del momento.

 
 
Tal y como hizo el Museo de Artes Decorativas de París hace algún tiempo con una exposición que agradó a público y crítica, el Museo del Traje de Madrid trae del 17 de abril al 20 de septiembre del 2015 una muestra titulada "Jaulas doradas" en la que se muestra, de manera cronológica, la evolución de los distintos armazones que siluetearon la figura femenina a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Miriñaques, polisones y corsés son los protagonistas de esta exhibición en el que se aprecia a esa mujer enjaulada, tanto de la moda como de la sociedad.
 
 

miércoles, 12 de febrero de 2014

El corsé de Isabel II

Sabemos que existen chalecos que salvan vidas pero ¿corsés?
Ésta es la historia del corsé de Isabel II, una prenda que actualmente se encuentra en los almacenes del Museo Arqueológico Nacional de Madrid con las marcas de aquella aventura del que fue protagonista.
Se sabe que Isabel II sufrió varios atentados frustrados contra su vida aunque el más conocido fue el que cometió el cura Martín Merino en 1852. El sacerdote había sido ordenado en 1813 (en plena guerra de la Independencia) y su carácter siempre había chocado con la corona española. Ya en 1822 fue apresado por insultar públicamente a Fernando VII, a quien se dirigió con una Constitución de 1812 en una mano y una pistola en la otra y le dijo "O te la tragas o te mato".
Sin embargo, por lo que se le recuerda es por el episodio acontecido el 2 de febrero de 1852, cuando la reina Isabel II acababa de dar a luz a la princesa de Asturias, Isabel "la chata", a quien se disponía a presentar en la basílica de Atocha de Madrid. Martín Merino salió de su casa de la calle del Triunfo (antes Calle del Infierno. Tiene su ironía...) y acudió a la madrileña iglesia con un puñal oculto bajo el hábito talar. La reina Isabel II acudía a misa por primera vez tras alumbrar a su hija y dar gracias por tan venturoso parto, pues sus dos anteriores hijos habían muerto. Fue al salir del oficio, ya en el patio del Palacio Real cuando Merino, que había conseguido entrar al edificio sin ser detenido por la Guardia Real, se inclinó ante ella como si fuera a entregarle algún documento. Por sorpresa, el cura lanzó a la reina una puñalada a tiempo que exclamaba: "Toma, ya tienes bastante". El cuchillo sin embargo se enganchó en las ballenas del corsé de la reina, así que la puñalada se desvió y causó sólo un leve rasguño a su majestad.

Inmediatamente el cura fue detenido y declaró que tenía planeado matar a la madre de la reina, María Cristina de Borbón y al presidente Ramón María Narváez. En el juicio celebrado al día siguiente, y al que Merino declinó asistir, fue condenado a morir por garrote, siendo ejecutada la sentencia el 7 de febrero.  "Mi celebridad se quedará en las estamperías", aseguró Martín Merino días antes de ser ejecutado en Madrid por regicida.

jueves, 24 de octubre de 2013

La mécanique des dessous

Si en otra entrada a nuestro blog os hablábamos acerca del corsé del siglo XIX y su evolución, en ésta, a modo de continuación os comentamos una exposición que actualmente está teniendo lugar en Francia, en el Museo de Artes Decorativas de París. Se trata de una muestra "de interior", de aquellos armazones, corsés, miriñaques, hombreras,  tontillos y polisones que modelaban la silueta y creaban el modelo puesto de moda en aquella época. Una "arquitectura de interior" despojada de toda naturalidad con la que mujeres (¡y hombres!) han convivido en los siglos XVIII y XIX.

La exposición, abierta hasta el 24 de noviembre 2013, repasa la historia "indiscreta" de la silueta que ha marcado tendencias hasta nuestros días.
 

jueves, 12 de septiembre de 2013

El corsé del siglo XIX


El corsé femenino decimonónico
El corsé ha sido un elemento que ha acompañado a la indumentaria femenina hasta el siglo XX. La palabra proviene del antiguo francés “cors” que era un diminutivo de “cuerpo” y se usaba para levantar el busto y afinar la cintura. En el siglo XVIII adquirió una gran importancia para crear un cuerpo muy fino que contrastara con una falda muy ahuecada y ancha, con escote bajo para resaltar las joyas.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La Revolución Francesa hizo caer la prenda en desuso por órden de la academia de artes y ciencias, que dictaba que las mujeres bien vestidas de Francia no deben llevar zapatos, calcetas, corset o medias. Esta actitud no tuvo larga vida pues, las mujeres volvieron a retomar el corset para realzar su figura. De hecho, aunque Napoleón odiaba el corset, sus dos esposas usaban la prenda, que durante el Imperio podía ser de dos tipos: corto o largo.
 



El siglo XIX será la democratización de esta prenda gracias a la industrialización.Hacia el 1860 los corsés eran cortos, hacían un busto pequeño contrastando con la enorme forma de la falda, hecha por las crinolinas. Es el famoso corsé victoriano.
 

En 1903 se patenta el corsé "eduardiano", más largo, que cubría la parte del abdomen estilizando la figura de la mujer, a lo cual contribuían las faldas justas.
 

Con la 1ª Guerra Mundial y sobre todo en los años 20, la liberación de la mujer con respecto al corsé fue un hecho.
 
El corsé masculino decimonónico
 
¿Pensábais que los hombres estaban exentos de esta prenda? Os equivocáis, amigos. Algunos caballeros usaban corsés en la primera mitad del siglo XIX, sobre todo los llamados “dandys”, muy interesados en la moda.
A causa de estas prácticas, fueron objeto de muchas caricaturas que los ridiculizaban. Quienes también los utilizaban eran los militares o civiles cuando practicaban algún deporte, para dar soporte a su espalda.
Los hombres corpulentos se servían de esta prenda para hacer caber sus voluminosos cuerpos en los trajes de moda.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX sin embargo, los hombres solamente utilizaban el corsé por razones “médicas”, ya que se consideró una prenda preminentemente femenina.
 
BIBLIOGRAFIA
  • AAVV, “Moda. Una historia des del siglo XVIII al siglo XX. Tomo 1”, Editorial Taschen, Barcelona, 1980.
  • LAVER, James, “Breve historia del traje y la moda”, Editorial Cátedra (5ed), Madrid, 1982.
  • STEELE, Valerie. The Corset: a cultural History. Yale Uiversity Press, New Haven & London, 2001